Turismo religioso en Jujuy

La fe de un pueblo se percibe en cada uno de los rinconcitos de la provincia. Te decimos qué ver.


En Jujuy, sin dudas, el visitante regresa distinto. Con un alma renovada por la belleza de su naturaleza, la calidez de su gente y sus expresiones de fe y religiosidad. Características que solo pueden encontrarse en un pueblo con raíces milenarias, con tradiciones que empezaron quien sabe cuándo y hoy siguen viva en su gente.

Los añejos templos, hechos con ladrillos de adobe, con un exterior sobrio, ubicados tanto en el Altiplano como en la Selva de Yungas, o en la Quebrada de Humahuaca, atesoran obras de arte centenarias, la mayoría de ellas de origen cuzqueño. El mapa muestra capillas pequeñas y oratorios cargados de súplicas, exvotos, alegrías y festejos, muchas de ellas monumentos históricos.

Expresiones de tiempos remotos hoy continúan existiendo como parte importante de la vida cotidiana en Jujuy.

Gruesos muros levantados a fines del siglo XVI dieron forma a modestos templos, dispersos en cada rincón de una sorprendente geografía, que invitan a atrapar fragmentos de espiritualidad, historia, tradición, arquitectura y arte.

Las antiquísimas capillas e iglesias conservan colecciones artísticas únicas de Argentina, desde imaginería a tallados exquisitos. Además de su valor patrimonial e histórico, siguen siendo la expresión de la cultura viva de las comunidades donde se encuentran.

Semana Santa en Jujuy

La profunda espiritualidad del jujeño posee incontables expresiones, entre ellas, la Semana Santa. Durante los días previos al Domingo de Ramos, miles de peregrinos suben al Santuario de la Virgen de Copacabana de Punta Corral en Tumbaya, sin importar el frío ni la altura. Los peregrinos cargan sus pedidos y gratitudes, en busca de la bendición de la “Mamita del Cerro”. Todos los años, en el lugar donde se presentó por primera vez la Virgen, a 4.000 metros de altura, renace para recibir a los caminantes que caminan aproximadamente 24 kilómetros por una empinada geografía. Su viaje es acompañado por más de ochenta bandas de sikuris, una fiesta conmovedora y profunda,  el cerro se abriga de colores, mientras las oraciones se transmutan en música. Ya con la imagen de la Virgen, en el crepúsculo del Domingo de Ramos, los peregrinos regresan hasta la iglesia de Tumbaya.

En Tilcara, por su parte, la Semana Santa toma un tono diferente, se recrean escenas de la pasión de Jesucristo en enormes cuadros conocidos como Ermitas, elaborados íntegramente con flores, semillas, tierra de colores y plantas. El Viernes Santo, día de recogimiento los fieles evocan el Calvario y la Pasión de Cristo, un usual Vía Crucis Viviente anda por las calles estación por estación.

En Yavi, el Viernes Santo, promete un sobrecogedor evento. Muy temprano por la mañana llegan los comisionados para preparar el Monte Calvario dentro de la iglesia, desde localidades y valles cercanos, trayendo en burros ramas de molle, rosas amarillas y aromas para los cultos de la Pasión. En lo alto emplazan una imagen articulada del Cristo en la Cruz, situando al pie del Calvario las imágenes de la Virgen de los Dolores, María Magdalena y Juan Bautista. Con el ocaso, se oyen los primeros lamentos del Viernes Santo. Grupos de personas de las comunidades agrícolas (doctrinas), con andar lento, arriban desde localidades como Inti Cancha, Suripugio, Yavi Chico. Pequeñas que desde los 12 años son capacitadas para entonar la lectura de la Pasión, encumbran cánticos en un profundo lamento que llega hasta las lágrimas. Acabado el sermón, las mujeres del pueblo colocan el cuerpo del Señor en un sepulcro para la ulterior procesión por las calles. El cuerpo tendido de Cristo es llevado en andas, seguido por la Virgen de los Dolores, Juan Bautista y María Magdalena. Recorren las calles deteniéndose en cada una de las catorce ermitas preparadas con flores. En el camino las doctrinas continuan cantando y recitando los siete dolores de la Virgen. La noche se ilumina con sus faroles de papel.

La bendición del Tata Inti

En el mes de Junio, el mundo andino celebra el Inti Raymi, el solsticio de invierno -el día más corto y la noche más larga- y el nuevo año andino.

Durante la vigilia nocturna, la tertulia se despliega junto al “Abuelo Fuego” -una gran fogata- que persiste encendida hasta despuntar el alba.

Para la ceremonia de gratitud al fuego se coloca en el suelo una manta, sobre ella un papel y lanas de colores creando un círculo, y se ofrenda hojas de coca, koa y amuletos.

Cuando el Tata Inti empieza a manifestarse, con las manos en alto, se recibe la energía que rejuvenecerá el espíritu. Es un instante sublime que los presentes cooperan en comunión con la naturaleza. Esta fiesta se efectúa en la intimidad de las comunidades en varios puntos de la geografía jujeña. El turismo solo puede participar de la que se lleva a cabo en la localidad de Huacalera en el hito que marca el paso del Trópico de Capricornio.

serargentino.com

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