Ecuador: Sushufindi, el cantón que le apuesta al turismo

Sushufindi, un lugar que se alimenta de la magia de la selva, sus parajes, mitos y su gastronomía


Las épocas de crisis sirven para evaluarnos y reinventarnos desde nuestra fortalezas. Así lo han entendido las autoridades del cantón Sushufindi, provincia de Sucumbíos, que trabajan en un cambio de paradigma económico pensando en una economía postpetrolera.

¿Cuáles son sus fortalezas? Su mitología, su gastronomía, sus parajes selváticos y sobre todo su hospitalidad, calidez y diversidad.

Su territorio, un pedazo de tierra relativamente pequeño, es la cuna de varios pueblos y nacionalidades: quichua, shuar, secopay, cofán, afro, entre otros.

Acercarse al lago es descubrir cómo sus aguas adoptan un tono distinto, acaso verde intenso, producto de la reverberación consustancial a la naturaleza que allí pervive porque en esas latitudes, narra el guía, hasta hace poco no llegaba nadie, es decir el reino natural era amo, señor y dios.

Panteras negras, grandes boas, lagartos, rayos y truenos eran sus implacables custodios.

¿Cómo pudieron ingresar los primeros habitantes? Convocaron a los shamanes que con sus poderes mágicos abrieron los caminos. Por su color verde lo llamaron Limoncocha y alrededor suyo, florecieron las comunidades.

Esta cosmogonía, sin embargo, no es un asunto del pasado. Ante la crisis sanitaria por el flagelo del coronavirus, la población se ha aferrado a la certeza de su medicina ancestral. Los abuelos sabios, respetados por los comuneros, preparan una infusión con base de aguardiente, raíces, cortezas y frutas. Luego de 10 días de reposo del brebaje milagroso, la bebida eleva las defensas y junto al descanso y a la hidratación el alma se equilibra y la vida y la tierra hacen sinapsis.

Para Segundo Esach, médico naturista, la incidencia del covid-19  en las comunidades ha sido mínima gracias a este recurso.

El principal medio de transporte entre las comunidades es el río. Expertos conductores de botes recorren las venas de la selva por laberínticas rutas. Sus medios de georreferenciación son su prodigiosa memoria y su aguzada vista.

-¿Por qué nos detenemos casi por completo aquí, en la mitad de la nada?

-Esa mancha indica que hay bancos de arena. ¿La ve?

-Sí, por supuesto.

Lo cierto es que en tal sitio yo no era capaz de divisar nada más que agua. Agua calma o agua en movimiento, pero siempre agua, de tal forma que lo mejor es reducir la velocidad y hacerse a un lado para continuar el viaje.

“En esta zona naufragó un gran barco brasileño que venía saqueando las riquezas locales. Si se hace silencio se puede ver, una vez al año, cómo emerge a la superficie” narra José Astudillo, conductor de la lancha pero también convertido en ese momento en guía e historiador.

En estos pueblos la magia no se ha acabado, al contrario pareciera que ambos, pueblo y magia, hubiesen hecho un pacto de amor.

Y por supuesto, luego de ver algunas de las más de 280 especies de aves que revolotean por sus dominios, la conexión entre las especies depredadoras y la vida, la abundante vegetación y la caída de sol desde el puerto, ¡cómo no sentir magia!

 Un pescado envuelto en hojas de bijao, como colofón del paisaje descrito, llena de fruición el alma de los viajeros.

Esperanza Torres es la alcaldesa de Sushufindi e impulsora de un completo programa de promoción turística para dejar atrás la época en que se vivía únicamente de la renta petrolera.

Para lograrlo se desarrolló su marca turística, se aprobó una ordenanza y actualmente se desarrollan planes de capacitación para los operadores, además se trabaja a toda máquina en la regeneración urbana, la llave para el embellecimiento de la ciudad pero no la única, porque ahora se ha empeñado en llevar a puerto una estrategia de visibilización al Ecuador y al mundo.

“Queremos que la economía se reactive y se invierta en la conservación ambiental. Queremos trabajar conjuntamente con los operadores comunitarios, privados y hoteles para el bienestar social”, recalca.

Las propuestas turísticas son variadas. Actualmente los visitantes ecuatorianos tienen descuentos y ventajas sobre los visitantes internacionales.

Jimmy Ríos viajó junto a su hijo Joaquín desde Cuenca, y lo que vio lo dejó fascinado: infraestructura de primera en Sacha Lodge. “Venir ha sido una de las decisiones más acertadas que hemos tomado”, señaló.

En el complejo pudieron pasear en una canoa conducida por uno de los guía locales. En el perímetro no hay más ruido que el canto de las aves.

Para aprovechar las maravillas de este otro mundo es casi un deber madrugar y otear el horizonte desde las torres de observación. Hasta allí no hay más de 15 minutos de distancia, caminando, desde el hotel, pero además, el ambiente es cálido y los insectos susurran melodías selváticas.

Las torres se encuentran a 36 metros del suelo. Tienen 275 metros de largo y si se lleva un buen par de binoculares es posible observar bandadas de aves, parejas de búhos y, con fortuna, algunas especies de monos.

El día transcurre entre paseos en canoas, alimentación, caminatas y descubrimientos de parajes que equilibran el alma, pero mención aparte merece la caída de sol vista, por efecto reflectario desde el agua. El cielo se tiñe de un rosado intenso que pinta las aguas y enmudece a todo aquel que tiene la suerte de ver tal espectáculo. Un silencio profundo se vigoriza como antesala de la oscuridad, tiniebla interrumpida solamente por traviesas luciérnagas. Asistir a este encuentro es descubrirnos niños; capaces de asombrarnos sin límites.

Pero un camino de hormigas, una caída de sol o un concierto de monos aulladores no es lo más exultante que puede verse sino también cómo las mujeres de estas localidades se agrupan para emprender juntas o cómo una niña que soñaba con ser profesional hoy es la primera alcaldesa de Sushufindi. Pero eso será material de posteriores artículos.

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