Algunos secretos de la octava maravilla del mundo moderno: el castillo de Neuschwanstein

Aquí están los datos más importantes de la gran obra de Luis II de Baviera, el Rey loco, en Baviera, Alemania


Situado en lo alto de una montaña en los Alpes de Baviera y muy cerca de Füssen está el castillo de Neuschwanstein, una impresionante construcción que se ha convertido en una de las más visitadas y fotografiadas de Alemania. Este monumento, que quedó muy cerca de convertirse en una de las siete maravillas del mundo moderno (World of New Seven Wonders, 2007), fue obra del rey Luis II de Baviera, más conocido como el ‘Rey loco’ por su fama de excéntrico, quien subió al trono en 1864 con 18 años sin experiencia ni de la vida, ni de la política.

Un año después de la derrota en la guerra contra Prusia, en 1867, inició sus planes para crear su propio imperio -sus castillos- donde poder moverse y sentirse como un verdadero monarca.

El rey quería escapar de la realidad de sus funciones entre sus muros y Neuschwanstein se convertiría en su último refugio. La construcción de este castillo, para la que se utilizaron trabajadores y materiales bávaros –sin apenas excepciones–, comenzaron en el verano de 1868, pero no fue hasta el año siguiente cuando se colocaría la primera piedra.

Luis II de Baviera, que estaba fascinado por los castillos medievales, había pasado sus veranos en el vecino castillo de Hohenschwangau, una edificación decorada con escenas de leyendas y poemas medievales, entre ellos de Lohengrin, el caballero del cisne, con el que se identificó ya desde su juventud y al que Wagner dedicaría una ópera romántica en 1850. Además, el cisne era el animal heráldico de los condes de Schwangau, de los que el rey se sentía sucesor. Todo esto le inspiró sobremanera para su gran obra.

A la izquierda del Pöllat había restos de dos pequeños castillos y fue aquí donde Luis II proyectó su nuevo castillo de Hohenschwangau (la denominación de Neuschwanstein no nacería hasta después de la muerte del rey). La reconstrucción debía efectuarse en un estilo gótico tardío, pero, finalmente, la idea de la reconstrucción fue abandonada por completo ya que para abrigar su pasión wagneriana hacía falta un monumento más lujoso y grandioso y, por tanto, era necesario levantar el castillo desde cero y acondicionarlo con los últimos adelantos técnicos. Tanto es así que cuenta con agua corriente en lugar de pozos y sistema de calefacción central de aire caliente en lugar de fuegos de leña, así como con una modernísima cocina, baños con inodoros de descarga automática y ventanas industriales herméticas de metal.

El arquitecto Eduard Riedel, que ya había acondicionado el castillo de Berg para el padre del rey entre 1849 y 1851, fue el encargado de adaptar las ideas destinadas para decorados teatrales del escenógrafo de Múnich, Christian Jank. Así, decoradores de escena, arquitectos y artesanos se ocuparon de la realización de las ideas del rey pasando de ser en un primer momento un pequeño castillo de caballeros conquistadores a un castillo románico monumental, cuyo edificio palaciego de cinco plantas recuerda a grandes rasgos al castillo de Wartburg.

La primera parte de la obra que se terminó en 1873 fue la puerta fortificada, donde Luis II viviría durante años. En 1880 se celebró la terminación del edificio palaciego que pudo habitarse en 1884. Las llamadas dependencias de las damas y la torre cuadrada no serían una realidad hasta 1892 en una forma más sencilla.

La idea de esta construcción era de tal grandiosidad que 17 años después, al morir el rey, el castillo aún no estaba terminado y, de hecho, no se llegó a terminar nunca y así se explica la presencia de los robustos contrafuertes que sostienen el patio superior del castillo que estaban destinados a aguantar el peso de una iglesia que nunca llegó a levantarse.

La Sala del trono, con dos pisos de altura, sería el mayor delirio estético del rey. De estilo bizantino, esta habitación toma como modelos Santa Sofía en Estambul y la iglesia de la corte de Todos los Santos de Múnich. En su interior se ven decoraciones de estuco y mármol de Carraca y una gran lámpara de araña que exaltan el Sacro Imperio Romano Germánico y la monarquía teocrática. Pero el trono, que iba a ser de oro y marfil, nunca se llegó a construir. Únicamente el dormitorio, según un borrador de Peter Herwegen, y la Capilla presentan un estilo gótico tardío, con muebles que en sus formas historicistas difieren claramente del neogótico.

Datos y curiosidades del castillo

-En la ceremonia de colocación de la primera piedra, celebrada el 5 de septiembre de 1869, se depositaron retratos del promotor de la obra y monedas de su época de gobierno, según la tradición de Luis I.

-Para poder construir el castillo en dicho emplazamiento se llegó a rebajar hasta 8 metros de roca para hacer sitio a los cimientos.

-En total se proyectaron más de 200 habitaciones de las que solo se terminaron por completo unas 20, que son, la mayoría de ellas, las que se pueden ver hoy día en la visita.

-El dormitorio, cuyo motivo central es Tristán e Isolda, exigió a catorce carpinteros cuatro años de trabajo. Este espacio incluye una suntuosa cama de estilo neogótico y sillones tapizados con seda azul con aplicaciones y bordados de leones, cisnes, escudos con rombos, coronas y azucenas. Destaca, también, un tocador con un grifo en forma de cisne plateado.

-Entre el salón y el despacho, el escenógrafo August Dirigl creó una gruta artificial con iluminación de colores en la que, al principio, había incluso una cascada. Esta gruta rememora la leyenda de Tannhäuser.

-Este castillo fue, sin duda, el que más inspiró a Walt Disney para crear el castillo de la Bella Durmiente que acabaría siendo, además, el logo de la productora. Además, aparece en otra serie de televisión, Los Caballeros del Zodiaco.

-En la actualidad, el castillo recibe alrededor de un millón y medio de visitantes al año, unos 6.000 al día.

-El castillo se abrió a los visitantes tan solo siete semanas después de la muerte del rey. En las primeras ocho semanas recibió más de 18.000 visitas.

-Durante la Segunda Guerra Mundial este castillo fue utilizado por los nazis para guardar obras de arte robadas en Francia y oro que habían confiscado a los judíos.

-El castillo es propiedad del Estado de Baviera, desde donde se han gastado más de 14,5 millones de euros para su mantenimiento, renovación y servicios de visitantes desde 1990.

-La entrada al castillo solo es posible con una visita guiada y está prohibido fotografiar el interior, así como entrar con cochecitos de niños y mochilas de gran tamaño. Tampoco está permitido el uso de drones por lindar directamente con la reserva natural Ammergebirge (Cordillera del Ammer). El precio de la entrada al castillo es de 17,50 euros.

-En la actualidad el castillo está inmerso en obras de restauración, entre las que se incluyen la Sala del Trono, que se espera acaben en 2024.

-Para llegar hasta la entrada del castillo se puede optar por subir en un carruaje tirado por caballos, lo que le aporta un toque aún más mágico si cabe a la experiencia.

-Los ciclos de pinturas de Neuschwanstein se inspiraron en las sagas medievales a las que recurrió Richard Wagner paradar forma a sus óperas. Tres figuras son de central importancia: el poeta Tannhäuser, el caballero del cisne Lohengrin y su padre, el rey del Grial Parsifal.

-El puente de Marienbrücke, desde el que se obtiene una gran panorámica del castillo, fue un regalo de cumpleaños de Maximiliano II para su esposa, gran aficionada a la escalada.

-Además de Neuschwanstein, Luis II promovió la construcción de varios castillos más, como el Palacio de Linderhof y el Palacio de Herrenchiemsee.

-El castillo se financió gracias a la fortuna personal de Luis II de Baviera y no a costa del fondo común del Estado bávaro. Aunque cuando las obras se alargaron y los costes aumentaron tuvo que pedir varios préstamos que lo dejaron prácticamente en la ruina. Esto fue uno de los desencadenantes para la declaración, en 1886, de su incapacidad para gobernar y su derrocamiento del gobierno.

-La muerte de Luis II está rodeada de misterio. El rey apareció flotando muerto, junto a su psiquiatra, en el lago de Starnberg. Esto ocurrió tan solo un día después de ser internado en el castillo de Berg. Lo raro es que era muy buen nadador como para que se hubiese podido ahogar.

-Luis II adoraba tanto sus pertenencias que no quería que en su ausencia nadie pudiera disfrutar de ellas, por lo que dejó indicado que quería que tras su muerte todas sus construcciones se destruyesen, algo que, por supuesto, no pasó.

elmundoalinstante.com

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