Entre Cielo y Tierra: “Turismo, Marinas, Yates y Veleros”

Durante décadas las marinas deportivas de Venezuela recibieron a cientos de embarcaciones deportivas extranjeras que venían a refugiarse durante la temporada de huracanes del hemisferio norte o de los crudos inviernos que las inmovilizaban en sus países de origen.


Eran entre cuatro y seis meses en los cuales los veleros y yates foráneos asumían una base temporal en Venezuela en los cuales, además de pasear por sus costas y por el Caribe oriental, también aprovechaban para hacer mantenimiento a éstos, generando puestos de trabajo para mecánicos, carpinteros, y pintores especializados, además de los empleos comunes de aseadores y otros, necesarios para apoyar a los propietarios de tales embarcaciones, en su mayoría jubilados, quienes durante ese tiempo pernoctaban en sus vehículos marinos. La estadía de tales embarcaciones era posible gracias a las facilidades legales y fiscales que brindaba la entonces Ley de Navegación y la primera edición de la Ley General de Marina y Actividades Conexas. En Venezuela tenemos alrededor de veinticinco marinas y muchas de ellas se beneficiaron por años de la recepción, alberque y mantenimiento de yates y veleros de otras nacionalidades.

He querido comentar este tema, porque para el relanzamiento del turismo internacional receptivo, Venezuela debe procurar utilizar todas sus fortalezas que le permitan competir con sus vecinos de la Cuenca del Caribe, y una de esas fortalezas es la poca vulnerabilidad a los huracanes que tiene nuestro país y sus instalaciones de marinas deportivas. Si volvemos a captar ese mercado tan particular se podrían promover otras marinas en los estados Sucre, Miranda, Vargas y Falcón, buscando capacitar personal para los servicios de marina a fin de que las nuevas instalaciones puedan absorber la emergente mano de obra.

Desde otra perspectiva, las marinas contribuyen al desarrollo de la marina deportiva y recreativa nacional, y desde ellas se pueden promover diversas actividades turísticas tales como pesca de altura, submarinismo, 2 paseos turísticos, velerismo y otras de recreación acuática. Como consecuencia de lo anterior, también se estaría promoviendo la creación y desarrollo de empresas de transporte turístico acuático por parte de nuevos emprendedores de los estados costeros. Además, sería interesante promover marinas en nuestros ríos y lagos navegables, fundamentalmente en el Orinoco y los lagos de Valencia y Maracaibo, reforzando con ello a la oferta turística en los estados aledaños.

Muy importante será el desarrollo de una normativa conjunta entre el Ministerio de Transporte, a través del Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos; y el Ministerio de Turismo, a fin de regular los diferentes aspectos específicos para el desarrollo del transporte turístico acuático, la navegación recreacional, la llegada y estadía temporal de embarcaciones recreativas extranjeras; y por supuesto lo relativo a la construcción y mantenimiento de marinas en el territorio nacional. Las nuevas normas deben hacer hincapié en los aspectos sanitarios y ambientales que deben respetar las embarcaciones nacionales y extranjeras (vertido de aguas negras y disposición de basura, entre otras), así como las zonas restringidas para la navegación a fin de preservar las especies marinas y nidos de aves y anfibios.

El potencial de Venezuela para el desarrollo del turismo es tan grande como los problemas que hay que solucionar, pero, con un trabajo conjunto del sector público y privado, se puede lograr un aprovechamiento gradual. La sostenibilidad debe ser el norte de todos los esfuerzos.

Willian J. Bracho

Abogado, Maestría en Gerencia del Turismo Sostenible
Especialista en Dº de la Navegación
wjbracho@yahoo.com

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