Margarita en Semana Santa. Por Álvaro Montenegro

Playa Parguito sigue siendo la preferida de la juventud dorada que se encuentra en la isla. El Yaque mantiene su encanto, envuelto por el viento y las buenas vibraciones.


En este último asueto se observó un gran movimiento turístico en casi todo el país. El buen amigo Leudo González, presidente de Conseturismo, dio cuenta de hoteles y posadas llenos en muchos destinos. Los vuelos comerciales también salieron casi siempre completos en sus viajes. Exceptuando a Mérida, que sufre como Táchira y Zulia graves penurias en los servicios públicos, la temporada dejó un buen gusto entre los prestatarios de servicios turísticos.

Este año en Margarita las playas estuvieron llenas, las colas para entrar a Pampatar de noche fueron enormes, y fue casi imposible cenar sin reservación en los restaurantes de moda. En un recorrido gastronómico por la isla comprobamos que el asopado de El Remo, en Porlamar, sigue siendo superior. El restaurante Amaranto de Pampatar se mantiene como un estandarte de pasarla bien en la isla. Sus propietarios, Oswaldo Páez y Norvic Piazza, manejan el secreto del buen gusto, de un servicio impecable, y ambiente sofisticado. Muy cerca de allí, el Fondeadero es la opción ideal para ir en familia. Servicio correcto y precios honestos, con música en vivo.

Playa Parguito sigue siendo la preferida de la juventud dorada que se encuentra en la isla. El Yaque mantiene su encanto, envuelto por el viento y las buenas vibraciones. La queridísima Negra Yuraima maneja el departamento de alimentos y bebidas del hotel Winds. Sus ceviches son fabulosos, como todo lo que hace. También estuvimos en Casamare, en la arena del hotel Paradise, escuchando unos DJ buenísimos. Playa El Agua, con la franja de arena más ancha y larga de la isla, bordeada de cocoteros que le dan un atractivo único, continúa siendo la estrella de las playas. Caribe igual de deliciosa y fuerte, playa Guacuco muy bien, y hasta las playas de Pampatar estuvieron llenas de gente disfrutando sus vacaciones.

Las tradiciones religiosas en la isla son todas preciosas. La catedral de La Asunción, el Santuario de la Virgen del Valle, la iglesia del Cristo del Buen Viaje, y la iglesia de Juan Griego, fueron escenarios de misas y procesiones conmovedoras.

En el restaurante Dolphin, ubicado en la avenida Aldonza Manrique de Pampatar, se comen unas pastas buenísimas. Carlos, su propietario, siempre pendiente de que todo resulte bien en un ambiente alegre y muy familiar. El restaurante La Mar, en el Círculo Militar de Pampatar, inauguró una terraza de madera donde la brisa, las olas, y la luna le acompañan en unas noches inolvidables. Su generoso dueño, el buen amigo Nelson Hernández, capitanea con destreza y cariño su establecimiento, donde ofrece una mermelada de ají dulce margariteño y un queso de cabra, ambos preparados por él, que no tienen parangón.

Almorzar ensalada de catalana y pastel de chucho en La Casa de Rubén es una parada obligada. El mejor casabe de Margarita se sirve en este restaurante, que ha sabido conservar intacta la calidad y esencia del querido y recordado Rubén Santiago. Carissa, en la Aldonza Manrique, resultó ser muy agradable. Titi, quien antes estuvo en Gaia, maneja la sala con maestría. Los raviolis rellenos de queso gorgonzola, con pera confitada en una salsa de mantequilla, son divinos. Como postre, el Tiramisú de pistacho les llevará al éxtasis. El restaurante Francelina, en el centro comercial La Vela, es una novedad. Toda la carta es buena, el servicio complicado por la alta temporada, y el ambiente muy agradable. Las noches terminan alegres para los adultos contemporáneos en El Alambique, del buen amigo José Yapur. Allí se sentirá como en un concurso de baile, con parejas expertas llenando la pista al ritmo de la salsa.

El restaurante Cervantes, en Pampatar, ofrece una pasta de sardina en escabeche de rocoto de muerte lenta. Las porciones son muy generosas, y la atención de Denise, su propietaria, es maravillosa. Gaia, en su sede original de Porlamar, sigue siendo un polo de atracción para los turistas y lugareños. Completo todas las noches, es un grato recuerdo de los buenos tiempos en la isla. Casa Caranta, en Pampatar, volvió a abrir. Kenia Ochoa, la hermana de Gaby, se ocupó con su equipo de devolverle el alma y corazón a este clásico de la restauración local. Anafre Grill, de los muy agradables Miguel Soler y su esposa Rachel, es otro lugar de la avenida Aldonza Manrique donde se come fenomenal. El ceviche de chicharrón, la ensalada de morcilla, y los calamares rellenos de chorizo con ají dulce margariteño, son deliciosos. Después de ver el atardecer en Juan Griego, cenar en El Bonguero, a la orilla del mar, no tiene desperdicio. Carmucha, su propietaria, lleva con dedicación los más de 40 años de tradición culinaria de sus recordados padres, Carmen Sanga y El Búho. Vía Playa El Agua, los rellenos de las arepas de los hermanos Moya son únicos, y por eso se han ganado su merecida fama en los desayunos. Lástima que no abran hasta más tarde.

Mención muy especial a Esther González, y a su hija Aisha, en La Casa de Esther. También a Pilar Cabrera y su Casa Mejillón, y a Álvaro Guzmán, ahora en el restaurante Apostadero. Son geniales. Próximamente les entregaremos un trabajo dedicado a ellos. A Margarita no la para nadie.

alvaromont@gmail.com

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