El insólito cementerio de trenes abandonados de Bolivia

Decenas de antiguos vagones y locomotoras de vapor permanecen desde hace más de medio siglo en medio del desierto


En pleno desierto al suroeste de Bolivia se encuentra uno de los lugares del altiplano más llamativos, fascinantes e, incluso, espeluznantes. A tres kilómetros de la ciudad boliviana de Uyuni, a las puertas del salar más grande del mundo, decenas de trenes del siglo pasado yacen corroídos a la intemperie.

El Cementerio de Trenes alberga antiguos vagones y locomotoras de vapor que permanecen abandonados desde hace más de medio siglo en medio del desierto. Estos ferrocarriles oxidados por el paso del tiempo, las condiciones climáticas y víctimas del pillaje, son testigos y un espejo de la historia de la zona. Hasta el comienzo de la pandemia recibían a cientos de turistas cada día, ya que suele ser la primera parada de las excursiones que se adentran en el salar de Uyuni.

El lugar donde se encuentran las antiguas locomotoras no constituye un museo como tal, con sus debidos cuidados, se trata de una escombrera de hierros y metales, víctimas del paso del tiempo y del desmantelamiento por parte de los oportunistas que buscan vender piezas. A pesar de ello, los trenes aún conservan su forma original, convirtiendo a las locomotoras en un inolvidable homenaje a una época pasada.

Los visitantes pueden caminar entre decenas de trenes, subirse encima o entrar en algunos vagones que todavía conservan su esqueleto. Además, desde lo alto de estos se puede observar con más perspectiva el desierto y las montañas circundantes. Eso sí, hay que tener cuidado, porque algunas estructuras son inseguras.

El origen del Cementerio de Trenes de Uyuni

Los trenes oxidados nos traslada en un viaje imaginario hacia una época de floreciente progreso, hoy transformados en un lugar ideal para que los turistas hagan fotografías.

Conocer la historia de Uyuni es clave para comprender la existencia del Cementerio de Trenes. Esta ciudad pegada al salar homónimo fue el primer lugar de Bolivia donde se escuchó el silbido de un tren.

En 1899 terminó la construcción de la primera línea ferroviaria de Bolivia, que unía Uyuni con Antofagasta. El potencial de las minas de plata próximas a la ciudad donde se encuentra el Cementerio de Trenes hicieron que el ferrocarril pronto se convirtiera en columna vertebral del desarrollo industrial, haciendo que muchos pueblos naciesen próximos a las vías.

Con el paso de las décadas las ilusiones económicas de la zona fueron desvaneciéndose y la Guerra del Chaco (1932–1935) hizo especial mella en el país. Los esfuerzos bélicos de Bolivia también involucraron al ferrocarril, con el consiguiente desgaste de los trenes, que cuando necesitaban mantenimiento eran trasladados a esta zona ubicada a tres kilómetros de Uyuni. Allí eran almacenados a la espera de las reparaciones correspondientes, sin embargo, para muchos esa fue la última parada.

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