Por qué los aviones comerciales no llevan paracaídas para casos de emergencia

Que el avión es el medio de transporte más seguro que existe es una expresión que todos hemos escuchado alguna vez. No obstante, a pesar de las bondades que tiene viajar en avión, para quienes se ponen nerviosos a la hora de embarcar hacia un destino lejano toda noción es poca acerca de la seguridad que se suele tener en este medio de transporte para poder sentarse más tranquilos en el caso de tener que sobrevolar las alturas.


En este sentido, pocos sabrán por qué las compañías aéreas no cuentan con paracaídas para evacuar a los pasajeros en situaciones de emergencia. De nuevo, la explicación reside en la seguridad, ya que lejos de parecer a priori una forma de escapar rápida y segura, un protocolo de evacuación en aviones comerciales que implique la utilización de paracaídas supondría, más bien, una imprudencia y retrasaría la salida del pasaje. Mientras que desde la década de los 80 se introdujeron paracaídas balísticos que pueden evitar desgracias en aeronaves ligeras cuando los pilotos pierden el control de la máquina, minimizando los siniestros y aumentando la posibilidad de que sobrevivan los ocupantes de las avionetas accidentadas, los aviones civiles carecen de paracaídas ya que son artefactos que, en manos inexpertas, dejarían de cumplir su objetivo principal —frenar una caída— y retrasarían en gran medida la evacuación de un avión. Debido también a que la gran mayoría de accidentes se producen al despegar o aterrizar la aeronave, estos aparatos se utlizarían en contadas ocasiones cuando fallase de forma fatídica en pleno vuelo.

De todas formas, cabe recalcar que para poder manejar un paracaídas se hace necesario contar con una mínima instrucción de entrenamiento para aprender cómo aterrizar exactamente de verse en la situación de tener que lanzarse en caída libre. Al menos se necesitan 30 minutos de formación básica para poder lanzarse en paracaídas con éxito, de acuerdo con lo que señala ‘Simple Flying’, una página web especializada en el sector de la aviación. Pero ese no es el gran hándicap de la cuestión, sino que también habría que tener en cuenta que los saltos en paracaídas para personas inexpertas se producen en tándem y con la compañía de un instructor con años de experiencia, que es el encargado de dirigir y controlar el salto en todo momento.

Además, un salto en línea estática —un salto ‘básico’ en el paracaídismo, pero que implica que se lance al vacío una persona sola, abriéndose el paracaídas inmediatamente después de dejar el avión atrás— implica más complejidad de lo que parece, pues según lo que apuntan también en este sitio web se requerirían un mínimo de cuatro horas de instrucción para hacer esta operación de forma satisfactoria. Asimismo, para poder ser independiente en el salto, haría faltar tener conocimientos sobre cómo hay que mover el cuerpo durante el vuelo y cuáles son las señales con las que se comunican el instructor y el saltador. Unos requisitos que difícilmente se pueden cumplir a contrarreloj en los aviones comerciales.

Físicamente imposible

Teniendo en cuenta que en un vuelo civil estaríamos hablando de salvar, al menos, a 200 pasajeros, en ningún supuesto se contaría con el tiempo suficiente para evacuar a todo el pasaje sin desencadenar riesgos innecesarios. Otra de las razones que impiden utilizar paracaídas en un protocolo de evacuación con un pasaje de esas dimensiones reside en el hecho de que hay que guardar una distancia mínima entre saltador y saltador, que se traduce en unos 500 pies —aproximadamente 150 metros–, tal y como señala ‘Simple Flying’. Ni aunque cada pasajero contase desde el inicio del vuelo con la equipación para saltar en caso de emergencia se podría gestionar tanto movimiento en un periodo tan corto de tiempo, pues también hay que contar con el hecho de que en situaciones de turbulencia o posible accidente el pánico puede apoderarse de ciertos viajeros.

En última instancia, la altitud y la velocidad que los aviones comerciales alcanzan terminan por determinarlo todo, por lo que salir de un vuelo en paracaídas sería prácticamente un suicidio. Los aviones vuelan a más de 10.000 metros de altura, donde hay menos oxígeno, para poder viajar más rápido y que la atmósfera oponga una menor resistencia a la máquina; mientras que los paracaídas se mueven en torno a los 10.000 pies (unos 3.050 metros, aproximadamente), por lo que intentar saltar desde un avión comercial conllevaría llevar reservas de oxígeno para evitar desmayos. No sólo eso, sino que los pasajeros tendrían que ir equipados con máscara, regulador, un traje de vuelo y un casco especial, algo a todas luces imposible. Por último, la velocidad de un avión comercial también pondría las cosas muy difíciles para salir con vida de la cabina, ya que de acuerdo con lo que describen en este blog lo más probable sería que cada viajero se estampase contra el costado de la aeronave, produciéndose numerosas lesiones o incluso la muerte.

aviacionaldia.com

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