La obra de Cruz-Diez traspasa todas las fronteras

En julio se cumplen dos años de la muerte del maestro del color, pero sus piezas siguen en salas, se inauguran nuevas exposiciones y pasos peatonales gracias al trabajo de su familia desde los talleres de París y Panamá. Entre los proyectos más recientes se encuentran la ambientación cromática del edificio Montalbán 11, en Madrid, una muestra en Menorca organizada por la Galería Cayón y la inclusión de la Cámara de Cromosaturación en la Exposición Universal de Dubái


Carlos Cruz-Diez jr. siempre lo repite: su padre, fallecido hace casi dos años a los 95 años de edad, se convirtió en un ícono para Venezuela y el mundo. Por eso, dice, cuando en un lugar se pretende borrar o dañar alguna de sus piezas la gente protesta advirtiendo que son obras que también les pertenecen.

Justamente fue lo que ocurrió hace más de 15 años cuando la Alcaldía del Municipio Vargas, en el estado Vargas, demolió a martillazos la Inducción cromática del Puerto de La Guaira, que en su momento fue la obra monumental de mayor metraje de Cruz-Diez. Decenas de personas salieron a protestar contra la decisión considerando que estaban arrebatándole al guaireño una parte de su identidad.

“Papá esperaba que la obra pública fuera de la gente. Las mismas personas se adueñan de piezas como el piso de Maiquetía, se apropiaron de esa obra que se convirtió en un símbolo de partida, pero papá decía que sería el del regreso también”, afirma Cruz-Diez jr., que dirige el Atelier de París. “Sucede muy poco que la gente se adueña de las obras, no es común, y pasó con mi padre. Eso es un logro para él”, añade.

Los descendientes de Cruz-Diez, que desde niños se formaron bajo las enseñanzas del maestro, han logrado preservar el legado del artista difundiendo su obra con proyectos como la ambientación cromática del edificio Montalbán 11, en Madrid, la representación de Cruz-Diez por parte de Francia en la Exposición Universal de Dubái o la muestra en Menorca organizada por la Galería Cayón, así como un paso peatonal en la isla balear.

Carlos Cruz-Diez jr. dirige el Atelier de París | Cortesía

La idea de Montalbán 11, un edificio protegido de 100 años donde estaba antes la Azucarera Nacional de España, surgió en 2016 por iniciativa de Karina Saravo, directora de In Situ Projects, filial del Grupo Odalys, compañía que está a cargo del Gran Proyecto de Recuperación del Patrimonio Artístico Monumental de Cruz-Diez.

Saravo presentó el proyecto al maestro y él aceptó: consistía en remodelar un edificio ambientándolo con piezas de Cruz-Diez en la entrada, el ascensor y los apartamentos, obviando algunos espacios de la estructura porque, debido a su antigüedad y su importancia histórica, están bajo protección del gobierno.

“A papá le interesó el proyecto porque era inventar a nivel de planos, y era integrar el arte en un edificio de alojamiento privado. Sobre todo le interesaba trabajar a nivel de planos con los arquitectos, ingenieros, con todas las personas”, explica Cruz-Diez jr.

Como ahora Montalbán 11 es un edificio residencial, el eslogan del proyecto fue “Vivir en una obra de arte”.

“El resultado es una pieza que se puede considerar un ícono del arte y de la arquitectura. Un edificio histórico que antes tenía un uso público, sede de una industria española, transformó su uso y se adecuaron todos sus espacios para que sea residencial”, dice Saravo, quien menciona que en la concreción de la idea participaron especialistas en rehabilitación, arquitectura, un interiorista y una empresa de iluminación.

“Se transformó casi todo el interior del edificio solo conservando los elementos protegidos, y como se hizo desde planos, el maestro pudo decir cómo quería las medidas de los muros o la ubicación del ascensor”, explica la arquitecta.

En Montalbán 11, que se inauguró en abril, convergen tres de las investigaciones sobre el color de Cruz-Diez: la Inducción cromática en el muro de la entrada, la Cromointerferencia en el ascensor y la Transcromía en los separadores de ambiente. “Este es uno de los proyectos más completos en lo que se refiere a integración porque contiene tres investigaciones en un solo espacio”, subraya Saravo.

De España a Dubái

Otro de los proyectos con la obra de Cruz-Diez es su participación como una de las representaciones de Francia en la Exposición Universal de Dubái de 2020, que debido a la pandemia se pospuso para celebrarse entre el 1 de octubre de 2021 y el 31 de marzo de 2022.

La muestra, seleccionada por la Oficina Internacional de Exposiciones, ente encargado de vigilar y proveer la aplicación de la Convención relativa a las Exposiciones Internacionales, contará con la participación de más de 190 países.

Ya Cruz-Diez ha participado en otras muestras universales, como la Exposición de Sevilla en 1992, que coincidió con la celebración de los 500 años del Descubrimiento de América. En aquel momento las piezas del maestro fueron Inducción cromática de doble frecuencia Paso cromosaturado.

En esta oportunidad se trata de una Cámara de Cromosaturación, la cual, explica Cruz-Diez jr., es la síntesis de toda la investigación de su padre, pues es donde quiere demostrar que el color existe más allá del soporte.

“El color hasta ahora siempre ha estado asociado a la forma. Pero papá dice que el color es autónomo, no necesita de la forma para existir. Y es cierto, solo que uno no se da cuenta: el aire que nos rodea tiene color, sea por los rayos del sol o una lámpara, pero esa atmósfera está coloreada”, explica Cruz-Diez jr.

En la Cámara de Cromosaturación están instaladas tres cabinas, una de luz roja, otra azul y otra de un verde muy intenso. Dentro se percibe la sensación de que el color se vuelve materia, como si se pudiese tocar y entonces se produce un fenómeno muy extraño. Describe Cruz-Diez jr.: “Si te quedas unos minutos en un color este desaparece y se vuelve blanco. Cuando cambias al otro espacio de color intenso la sensación es muy fuerte. Es intenso, puedes tocar el color con las manos y luego, también, se vuelve blanco. Son sensaciones intensas para el cerebro y el ojo”.

El eslogan del pabellón de Francia es justamente “Luz, las luces”, mientras que el de la exposición global es Conectando mentes, creando futuro. Al respecto, Cruz-Diez jr. afirma: “Qué otro artista no ha trabajado la luz como mi padre, él es el último pensador sobre el color y la luz del siglo XX”.

Sin embargo, advierte que el propio maestro decía que no era un científico sino un pintor. “Lo que pasa es que no pintaba con paleta y pincel sino con otras herramientas. Lo interesante de los artistas es que son como esponjas, son personas que ven lo que está alrededor, lo sintetizan en una forma para comunicar, los artistas son comunicadores de su tiempo”.

Continúa: “¿A qué corresponde la obra de papá y la generación de los cinéticos? ¿Cuál es su época? La de Einstein, cuya teoría era poner una nueva dimensión en el espacio, que es el tiempo. ¿Qué propone mi padre? Que la obra en el tiempo se modifica. Al desplazarte significa que haces que el espectador participe, al participar ya la obra no es contemplativa”.

La misma idea que explica Cruz-Diez jr. se puede ver en una exposición inaugurada este mes en Menorca, una de las Islas Baleares de España. La idea, diseñada por el maestro en 2018, es uno de sus últimos proyectos monumentales.

La Galería Cayón y el Ayuntamiento de Mahón, capital de Menorca, quieren transformar la imagen de la isla para que se convierta en un lugar de experiencia artística. La pieza expuesta de Cruz-Diez es un Laberinto de transcromía y se pintaron pasos peatonales, bajo el estilo del Color aditivo, en la entrada de la galería.

“Todos los grandes coleccionistas vienen a pasar el verano en Menorca, que tiene playas muy bellas. Salen de Suiza, se montan en su yate y aprovechan para ver las obras de arte”, dijo Cruz-Diez jr.

La pieza expuesta de Cruz-Diez en Menorca es un Laberinto de transcromía y se pintaron pasos peatonales, bajo el estilo del Color aditivo, en la entrada de la Galería Cayón | EFE

Restauración de una obra enorme

Otro asunto a resolver de la obra de Cruz-Diez es la restauración de sus piezas monumentales en Venezuela, que son 157 en total.

Karina Saravo explicó que tanto las instituciones privadas como las públicas están dispuestas a restaurar las piezas (todas están deterioradas).

Incluso hay interés en recuperar el muro del Puerto de La Guaira. “He tenido numerosas conversaciones con los directivos, a quienes cambian con bastante frecuencia, lo que es un efecto un poco negativo porque no hay continuidad, pero siempre hay una disposición para recuperar la obra”.

“Si lo llevamos a palabras simples estamos hablando de un proyecto que consiste en construir el muro y pintar la obra. Lo que pasa es que tiene que haber recursos para remover lo que existe, que fue construido encima del muro anterior”, agregó.

In Situ Projects realizó un inventario de la obra monumental de Cruz-Diez y se consideró por empezar por los casos más graves o los más representativos, como la Cromointerferencia de color aditivo del Aeropuerto Internacional de Maiquetía o la misma Inducción cromática de La Guaira.

“Estamos hablando también de obras en Valencia, Mérida, Barquisimeto, Caracas, estamos hablando de muchas obras en distintos puntos del país. La intención y la voluntad existen, y eso nos motiva a seguir haciendo estudios y planos originales, el respaldo del Atelier existe también, lo que faltan son los recursos”, insistió.

Subrayó que el problema también es que son obras de 30, 40 o 50 años sin mantenimiento que requieren una restauración. Pero no son políticas de Estado sino municipales, lo que bloquea una ejecución concreta para lograr la recuperación. “Nuestra voluntad es mover la fibra y enfatizar en que tiene que ser política de Estado. Cuando sea así vamos a poner a punto cada una de las obras del maestro”.

En cuanto al Museo de la Estampa y del Diseño, Cruz-Diez jr. indicó que quieren cambiar las luces de neón de la Cámara de Cromosaturación por unas tipo LED, que consumen menos energía y duran más. “Lo estamos estudiando. Ellos me mandaron una propuesta y la estamos viendo juntos”, precisó.

Cruz-Diez jr. aplaudió la labor de los trabajadores de la institución, quienes a pesar de los salarios que reciben siguen protegiendo la obra del artista. “Les tengo mucho cariño. Cuando fui a Caracas estuve en el museo y vi que todos los letreros están hechos a mano, lo hacen con ternura, pasión y amor por los museos. Y no solo el Cruz-Diez, sino en todos los museos”, expresó.

Reveló que el presupuesto del Museo Carlos Cruz-Diez es de unos 40 millones de bolívares al año: “Cuando veo que me comí un perro caliente allá en 2 dólares me pregunto qué se hace con 40 millones de bolívares. Con todo y eso la gente le tiene un aprecio enorme al museo”.

@IsaacGMendoza

El Nacional

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