A pesar de que la pandemia que estamos viviendo desde comienzo del 2020 ha significado una disminución significativa de la contaminación del globo terrestre, debido a la paralización o reducción del transporte internacional, lo cual redujo el consumo de combustibles fósiles, todavía el problema subsiste. El carbón, fuel-oil, diesel y la kerosina, siguen liderando a los combustibles utilizados por la industria y los transportes marítimo, terrestre y aéreo. El problema con su uso es la significativa emisión de gases tóxicos (Dióxido de Carbono, CO2; Dióxido de azufre. SO2, Óxido de Nitrógeno y NOx; entre otros). El único derivado de los combustibles fósiles que se usa como combustible y no genera cantidades apreciables de residuos tóxicos es el gas natural, el cual ya se está usando masivamente en el transporte terrestre en muchos países. En el transporte marítimo se está apenas empezando a utilizar, y en el transporte aéreo es difícil de utilizar debido a el manejo de su almacenamiento y a los cambios de volumen en función de las variaciones radicales de temperatura.
Hasta ahora, las llamadas energías limpias bien solar, hidráulica, eólica o la undimotriz (energía de las olas de mar) no han logrado sustituir a la energía producida con el uso de los combustibles antes citados, sin embargo, dos nuevos actores han salido al ruedo en medio de muchas expectativas: El hidrógeno y el dióxido de carbono.
El hidrógeno está probado como un combustible limpio y de gran abundancia en la atmosfera, en mares y ríos, sin embargo, los temas de manejo y almacenamiento lo mantuvieron relegado. Hoy día vuelve a ser una esperanza para la descontaminación del medio ambiente ya que el avance de la ciencia ha logrado superar los problemas técnicos que había para su uso.
En transporte aéreo, buscando una pronta sustitución del uso de la kerosina, varios proyectos se han materializado. Recientemente la empresa AIRBUS, uno de los dos gigantes en la fabricación de aviones, ha presentado tres prototipos de aviones propulsados por hidrógeno (dos de turbina a gas y uno turbohélice), los cuales podrían comenzar a operar comercialmente en la próxima década. También empresas de aviones regionales han presentado sus modelos de hasta 14 pasajeros de capacidad que funcionan con este abundante gas. Paralelamente, la empresa HES Energy Systems, de Singapur, ha presentado un modelo de avión regional con motores eléctricos propulsados por hidrógeno; y también empresas inglesas, alemanas y brasileñas están trabajando en proyectos similares. En materia de energía eléctrica, su aprovechamiento, con el uso de baterías acumuladoras, ha sido un éxito en drones y ya existen algunos prototipos suecos y suizos de modelos de uso no comercial.
En transporte marítimo también es esperanzador el uso del hidrógeno para sustituir al fuel-oil; la realidad es que el 96% de la flota marítima mercante funcionan con motores mecánicos alimentados por fuel-oil (un derivado del petróleo de mayor densidad que el diesel), y apenas un 4% funciona con motores híbridos; aunque existen proyectos factibles para aplicar el cambio de patrón al hidrógeno, también es cierto que mientras los precios del petróleo sean más económicos, será difícil imponer el uso del hidrógeno en el corto plazo. Lo que, si vendrá con mayor facilidad, es el uso de energías híbridas combinando la tradicional con otras como la eólica, el aprovechamiento de las olas marítimas, la solar y tal vez, con el dióxido de carbono. En cuanto a buques menores (yates y otras embarcaciones) ya se ofrecen en el mercado vehículos de propulsión eléctrica e híbrida, con excelentes resultados operativos.
El uso del dióxido de carbono como combustible ha sido una grata sorpresa ya que es precisamente uno de los enemigos del ambiente, y si se logra industrializar su uso como propulsor de motores mecánicos, eléctricos o de turbina, se estaría creando una solución maravillosa para descontaminar la atmósfera terrestre. En enero de este año 2020 investigadores de la Universidad de Oxford del Reino Unido, anunciaron los resultados de un experimento donde lograron producir una pequeña cantidad de combustible útil para propulsar un avión modelo, lo cual abre el camino para su producción en gran escala en los próximos años, con la ventaja de ser un gas también muy abundante, y con menores problemas para su almacenamiento y manejo.
Lo interesante de toda esta situación es que las grandes empresas productoras de petróleo, a sabiendas de que el petróleo y todos sus derivados tendrán una drástica reducción en su consumo en los próximos 20 años, se han interesado por el desarrollo de energías limpias y están invirtiendo tanto en investigación como en el desarrollo de importantes proyectos destinados a producir combustibles no contaminantes, u otros bastante menos contaminantes como los denominados biocombustibles para aviones y buques de transporte, cuya producción se hace a partir
de biomasa vegetal.
En medio de tanta problemática internacional, es una excelente noticia el que podamos tener un mejor ambiente en los próximos 20 años, así, los objetivos del Acuerdo de París de 2015 y de la reciente reunión USA-China sobre el ambiente, podrán ser cumplidos.
Willian J. Bracho
Abogado, MSc. Gestión del Turismo Sostenible.
Especialista en Derecho de la Navegación.
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