Como todo venezolano que desea conocer o visitar de nuevo ciertos destinos interiores, esperé que pasara el congestionamiento de carnaval y me fui a visitar familiares y amigos en Nueva Esparta y Anzoátegui. Viajé en
avión sin problemas hasta Porlamar, e hice mi cola para chequeo de inmigración tal como si estuviese saliendo del país.
El aeropuerto Santiago Mariño lo observé limpio (incluido los baños) y ordenado en general, mejor que la última vez que estuve por esos lares. La vía desde el aeropuerto hasta Porlamar y La Asunción, así como las vías municipales, con innumerables huecos que convierten al conductor en un malabarista tratando de evitar se le dañe un amortiguador o una punta de eje, en una época que los repuestos tienen precios de metal precioso.
Recorriendo la gran ciudad me percaté que los centros comerciales han ido recuperando el esplendor de la época pre-covid19, y que a pesar de los precios muy altos y dolarizados existe una regular demanda en las ferias de comida, automercados y tiendas por departamentos. Observé como algunas nuevas cadenas de automercados, de nuevos inversionistas extranjeros, según me dijeron, tienen varias tiendas muy vistosas en diferentes locaciones de la isla. También pude ver nuevas posadas en el Yaque y otras playas, las cuales aumentan en cantidad y calidad la oferta
de alojamiento de este destino. La oferta gastronómica liderada por la ciudad de Pampatar es excelente, aunque sus precios solo están al alcance de personas con altos ingresos en dólares o visitantes internacionales.
Mis limitaciones de tiempo solo me permitieron quedarme dos noches en Margarita, por lo que busqué tomar una lancha rápida a Guanta o Puerto La Cruz; para mi sorpresa, me dijeron que una estaba fuera del negocio y la Paraguaná, en donde viajé hace tres años muy cómodamente, estaba en mantenimiento, así que me tocó tomar el único ferry disponible de Navibus, una embarcación que debe tener alrededor de sesenta años pero que hizo el viaje sin novedad, aunque el horario (Salida de Punta de Piedras a las 11:30 pm y llegando a Puerto La Cruz a las 04:30 am), más un frio extremo dentro de la cabina de pasajeros, que según la navimoza no se podía regular, hicieron para muchos (yo incluido) muy desagradable el viaje de cinco horas. En el terminal de Navibus en Puerto La Cruz, construido sin pensar en las necesidades y comodidades de los pasajeros que llegan a altas horas de la madrugada, no quedó más que sentarme en unos bancos de concreto a esperar que me recogieran mis familiares a las 06:00am.
Puerto La Cruz y Lechería son ciudades vecinas con algunas similitudes y muchas diferencias; en esta última parece que hubiese más interés en la conservación, paisajismo y limpieza de calles y fachadas, sin embargo, quedé desagradablemente sorprendido cuando fui a Playa Lido y Playa Los Canales, y vi la cantidad de basura de todo tipo tanto en la arena a orilla de mar, como flotando en el agua. Me dijeron que como hacía poco se había terminado el período de carnaval, el municipio (o los municipios responsables) no habían enviado las cuadrillas para la correspondiente limpieza. La verdad es que me dio asco bañarse en dichas playas, donde me percaté que tampoco hay baños públicos, ni salvavidas (ni anuncio de que no lo hay), ni potes de basura; el estacionamiento es gratis, pero sin ningún tipo de ordenamiento para permitir su óptimo aprovechamiento. En general, la oferta de alojamiento y comida es buena en esta zona, y las críticas generales, ya partiendo vía el aeropuerto de Barcelona, fueron la
basura en terrenos vacíos y avenidas, y los huecos en estas últimas.
Mi vuelo a Maiquetía fue bueno y durante el mismo medité sobre todo lo que tenemos que mejorar para tener un mayor volumen de turismo interno; el tema no es solo que se mejore la calidad de servicio y que los municipios y empresarios sean más diligentes con la limpieza y sanidad de playas, plazas, parques y monumentos, también necesitamos que los visitantes sean mas educados y no contaminen los recursos naturales o artificiales.
El desarrollo del turismo es posible si todos y cada uno ponemos un granito de arena.
Willian J. Bracho
Abogado, Maestría en Gerencia del Turismo Sostenible
Especialista en Dº de la Navegación
wjbracho@yahoo.com