Las ciudades y la gestión de los residuos en el camino hacia la sostenibilidad

Los residuos mal manejados implican un costo ambiental y para la salud pública; esto debe ser contemplado en planes estratégicos de gestión urbana

Rodrigo Guardia


Considerando la relación entre la ciudad y otros materiales, aparte del agua, a la que ya dedicamos un escrito recientemente: ¿Saben ustedes, después del agua, cuál es el material más utilizado en el mundo? ¿Será el petróleo, la arena, o la madera?

Solo el 16% de las personas da la respuesta correcta a esta pregunta en el cuestionario para actualizar nuestra visión global ‘Worldview Updater’ de la página web Gapminder. Completar el cuestionario es una manera de cambiar algunas premisas equivocadas que tenemos muchos sobre temas importantes de sostenibilidad.

Sobre la pregunta antes planteada, el petróleo, podemos decir que fue abordado en el artículo anterior sobre energía. Así que consideremos los otros dos materiales.

La extracción mundial de áridos (arena y grava) alcanza las 53 mil toneladas anuales. La demanda global aumenta rápidamente, sin embargo, en algunos países como China, ese aumento de la demanda es aún más acelerado. En diez años, en Shanghái se construyeron tantos rascacielos como los existentes en Nueva York. La madera, por su parte, es un material muy utilizado.

En Helsinki, Finlandia, se construye todo un vecindario nuevo de edificios de madera. No solo la tecnología de construcción en madera en Finlandia es automatizada y altamente especializada con piezas precortadas con dimensiones y calidad controlada por sistemas tecnológicos; también, la madera tiene tratamiento retardante al fuego. Este país nórdico ha logrado aprovechar económicamente la industria maderera y conservar la gran mayor parte de sus bosques. La madera es renovable, reutilizable y sostenible siempre que se maneje dentro de un marco agroforestal adecuado.

Los residuos sin clasificar y mal manejados son un costo ambiental y a la salud pública, sin embargo, al separarlos correctamente se convierten en recursos.

Para organizar nuestra relación con los materiales hay distintos acercamientos: por una parte, la economía circular que se propone contrastar con lo que llama la economía lineal, en la que los bienes se producen, se consumen y se tiran, plantea rediseñar los ciclos industriales desde el diseño de los bienes manufacturados y sus procesos de fabricación, distribución, comercialización, uso, reutilización y, finalmente, reciclaje, desde un inicio.

Esto requiere de la voluntad de distintos grupos, idealmente la sociedad civil, gremios, gobiernos y sector empresarial. Por otra parte, es posible aplicar el concepto de las ‘3R’: reducir, reutilizar, reciclar, desde el ámbito de influencia individual y familiar. Sin embargo, para mejores resultados se requiere involucrar tanto a ciudadanos individuales, como a los liderazgos de sectores público y privado. Las ‘3R’ y la economía circular son compatibles y complementarios.

¿Cómo podemos ser más sostenibles?

Las ‘3R’ plantean que debemos reducir, reutilizar y reciclar, pero esta no es una lista simple, sino una jerarquía. Como reducir es más eficiente que reutilizar, y reutilizar, más eficiente que reciclar, se deben tomar todas las acciones posibles para reducir, antes de plantear las de reutilizar, y así sucesivamente. Se debe hacer lo más posible de cada paso antes de pasar al siguiente.

Son ejemplos de buenas prácticas para reducir: comprar y consumir solo lo necesario, comprar víveres a granel, o con la menor cantidad posible de empacado, imprimir solo lo necesario y hacerlo por ambas caras para gastar menos, cerrar el grifo, y apagar luces, abanicos, aires acondicionados y televisores cuando no los estamos utilizando. Se logra mucho, con poco esfuerzo.

Ejemplos de reutilizar son: usar los frascos nuevamente para guardar alimentos, llevar una botella propia en lugar de comprar bebidas con envase plástico por la calle, llevar la propia bolsa de tela al hacer la compra. Muchos de estos son hábitos que practicamos o que recordamos de nuestras abuelas, tan sencillo como reutilizar las latas de galletas de mantequilla como costurero, para desilusión de muchos golosos.

Finalmente, cuando hemos obtenido algo necesario y lo reutilizamos hasta que no tiene más utilidad, entonces se lleva a reciclar. Reciclar implica recuperar la materia prima de un producto para volver a fabricar el mismo u otro.

Según los distintos materiales, algunos, como el vidrio, pueden regresar al ciclo de fabricación con la misma calidad, es decir, se puede fabricar una botella nueva igual de buena, con material de una anterior, sin embargo, con algunos metales, aleaciones, plásticos y otros, al reciclar, se compromete la calidad del material y produce un menor grado de calidad, ocurre lo que se llama el down-cycling o bajada de ciclo.

Ejemplos en Panamá y el mundo

En Panamá se recibe vidrio, metal, ciertos plásticos, papel y envases de tetra pak: también, según el lugar, se reciben baterías, chatarra y chatarra electrónica. Hay algunos materiales que no se reciben.

Los centros de acopio para reciclaje están por toda la ciudad y basta una sencilla búsqueda en Google, para generar un mapa. Entre los mayores y más completos está el de FAS Panamá en Ciudad del Saber. En Costa del Este funciona uno, en la base de la torre MMG. Hay varios supermercados que reciben residuos clasificados y también hay varios puntos del programa Basura Cero, por ejemplo, en la iglesia Santa Eduviges y en el gimnasio Yuyin Luzcando, en Betania.

No todos los programas de reciclaje tienen objetivos iguales. Noruega y Suecia gestionan sus residuos y extraen el calor para generar calor y energía en plantas incineradoras, llegan incluso a importar residuos del Reino Unido.

El criterio en Suecia es evitar que no llegue ningún material a un relleno sanitario y utilizan algunos materiales residuales para incinerar y generar calor y energía para su población. En San Francisco, que es otro ejemplo de éxito, el objetivo es no llegar a incinerar. Dinamarca, Suecia y la ciudad de San Francisco, entre otros, cada uno a su manera, se encaminan hacia una visión de ‘desperdicio cero’, en la que todos los residuos son aprovechados.

La economía circular busca, según Wikipedia: “eliminar el desperdicio y uso continuo de recursos. Los sistemas circulares emplean el reutilizar, compartir, reparar, reacondicionar (refurbish), remanufacturar y reciclar, para crear un sistema de ciclo cerrado, minimizando los insumos y la generación de desperdicio, contaminación y emisiones de carbono”.

En lugar de entrar en mayor detalle, me limitaré a dar algunos ejemplos, como una fábrica que, en lugar de vender alfombras, provee el servicio de alfombrado, así puede retirar sectores deteriorados de una alfombra, reemplazarlos y destinar los residuos al reciclaje.

Así, como especialista, logra mayor eficiencia. Otro ejemplo son las tiendas y supermercados de productos de segunda mano en Dinamarca, que operan sin fines de lucro, pero son de gran beneficio a la sociedad. Venden vajillas y artículos para el hogar, que alguien ya no quiso y a otros pueden encantar. Incluso reparan electrónicos descartados descompuestos, como computadores, y los venden a nuevos usuarios a bajo costo.

El avance de las ciencias materiales está cada vez más vinculado al desarrollo tecnológico avanzado y a la sostenibilidad de la vida. Se ha dicho que la única constante es el cambio, y hoy el mundo cambia a nuestro alrededor rápidamente, nos guste o no; tendremos nosotros también que cambiar y adaptarnos con este para salir adelante y esto incluye nuestro uso y gestión de materiales, como individuos y como sociedad.

La Estrella de Panamá

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