Observación de cetáceos, producto turístico prioritario de Panamá para impulsar el sector

A partir de julio, miles de ballenas se trasladan desde el Antártico hasta las aguas tropicales del Pacífico de Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica


Mirta Rodríguez P. – mrodriguez@laestrella.com.pa

Como cada año,  a partir de julio se inicia la temporada de avistamiento de ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) en el Pacífico panameño, una actividad que en los últimos años se ha convertido en un atractivo turístico para el país.

“Sin dudas el avistamiento de ballenas es uno de nuestros productos turísticos prioritarios” para impulsar la industria sin chimeneas, apuntó el administrador de la Autoridad de Turismo (ATP), Iván Eskildsen.

La observación de cetáceos  toma aún mayor relevancia como estrategia para potencializar el turismo ecológico, en momentos en que el sector enfrenta situaciones de crisis, agravada ahora por los efectos de las restricciones de la pandemia de la enfermedad de la covid-19.

El avistamiento de cetáceos “se debe promover con mucha conciencia y responsabilidad hacia la preservación de los océanos que bañan las tierras panameñas, que reciben estas visitas y de las que se puede sacar mucho provecho a través de actividades diversas concebidas dentro del desarrollo sostenible”, planteó el director de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), José Julio Casas.

Aunque la observación de ballenas data de la década de 1950, no fue hasta 1998 cuando comenz´´ó a tomar fuerza, aportando desde entonces importantes ingresos a la economía de las diferentes  naciones del mundo, según el estudio “Estado del Avistamiento de Cetáceos en América Latina”, realizado por Erich Hoyt y Miguel Iñíguez hace ya varios años.  

En los años ochenta y noventa, Panamá estableció numerosos parques nacionales y comenzó a ofrecer a los ecoturistas sus selvas tropicales, siguiendo el exitoso modelo de Costa Rica.  Su línea de la costa, mucho más extensa, tanto sobre el Caribe y como en el Pacífico, le brinda un alto potencial al turismo marino y de cetáceos, destacan los autores en la investigación.

Sin embargo, en Panam´á, el establecimiento del avistamiento de cetáceos y la investigación fue “lento”, pero está poniéndose al día en forma “rápida”, destacaron los investigadores.

 

Tanto es así que “el potencial está comenzando a ser observado principalmente dentro de los parques marinos y áreas protegidas que son un imán para los turistas que desean explorar el mundo natural”. 

No obstante,  ahora “el desafío será asegurar que se desarrollen viajes de alta calidad y que la premisa fundamental sea un buen manejo de los cetáceos y del hábitat marino en general”, concluyen.  

Mundialmente se estima que la observación de cetáceos (grupo que incluye a las ballenas y los delfines) aumenta a una tasa promedio de 11.3% anual (1998-2006), lo cual representa tres veces la tasa de crecimiento del turismo mundial y 4.7 veces la tasa de crecimiento del turismo en América Latina, durante aproximadamente el mismo período de tiempo.

Proceso migratorio

Las ballenas jorobadas se trasladan todos los años desde las aguas antárticas hasta las aguas tropicales del Pacífico de Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica. Pero, la mejor temporada para mirarlas en Panamá cae entre julio y octubre de cada año.

Para estos meses es cuando más de 2,000 de estos cetáceos emigran hacia el norte desde el hemisferio sur para aparearse, dar a luz, cuidar y preparar a las ballenas bebés para el largo viaje de regreso al sur, de acuerdo con datos de MiAmbiente. 

Su majestuosidad puede ser observada tanto en las vertiente pacífica como en el Mar Caribe, aunque se les ve con mayor frecuencia dando saltos en el Archipiélago de las Perlas, golfo de Chiriquí, en Herrera y Los Santos, entre otros puntos del país.

En Panamá pueden observarse unas 22 clases de estos mamíferos marinos. Las principales especies de cetáceos que se pueden ver son: En el Pacífico se puede avistar el delfín moteado o manchado del Pacífico (Stenella attenuata), delfín nariz de botella (Tursiops truncatus), delfín rotador o tornillo (Stenella longirostris), ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), (esporádico) orca (Orcinus orca), cachalote (Physeter macrocephalus), Zifi de Cuvier (Ziphius cavirostris), delfín Calderón de aleta corta (Globicephala macrorhynchus). Mientras que en parte del Caribe se puede observar el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus, Tucuxi) (marino), delfín costero (Sotalia guianensis), delfín moteado o manchado del Atlántico( Stenella frontalis).

De hecho, Panamá es reconocido por la Comisión Ballenera Internacional (CBI) como el Stock o Unidad Poblacional “G” de estas especies. Cuenta con una diversidad de cetáceos impresionante y de gran relevancia para la ciencia, que incluso se puede aprovechar como plataforma de oportunidad para potenciar los estudios científicos y la recopilación de datos que pueden utilizarse para conocer y proteger mejor a las poblaciones de ballenas y delfines, según International Whaling Commission.

Estudios recientes realizados en Colombia, indican que la población de ballenas actualmente ha adelantado su llegada, aunque mantiene su fecha de regreso al Sur lo cual aumenta el tiempo de permanencia de estos rorcuales en las aguas de la región, lo que favorece el desarrollo de actividades como el turismo de avistamiento, que genera beneficios económicos a las comunidades costeras donde se concentra dicha especie.

Según  MiAmbiente, en las costas locales panameñas se pueden encontrar diferentes ofertas para observar tanto ballenas como delfines; aunque para el Caribe, la actividad está prácticamente restringida a la observación de delfines nariz de botella (Tursiops truncatus) en la bahía de Bocatorito en Bocas del Toro, mientras que en el Pacífico se pueden encontrar diferentes zonas para realizarla. 

Las Perlas, Isla Iguana, Montijo, Coiba e Islas Secas, por su parte, son algunos de los puntos en donde se pueden observar las gigantescas ballenas, pero también grandes grupos de delfines, principalmente el delfín nariz de botella y el delfín manchado pantropical (Stenella atenuatta), que es la especie más común y abundante de todo el Pacífico Oriental Tropical, por lo que hace que los encuentros con éstos sean muy probables.

Cabe destacar que Panamá también ha establecido lineamientos para salvaguardar los cetáceos y otras especies marinas. En 2005 estableció el Corredor Marino de Panamá para la protección y conservación de los mamíferos marinos; se establece así, un comité directivo que debe velar por el alcance de sus objetivos. El comité es presidido por el MiAmbiente y cuenta con la participación de un grupo interinstitucional que incluye Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y la Academia.

Este Comité estableció en 2007 el primer Protocolo de Avistamiento de Cetáceos, documento que fue actualizado en 2017 y que contiene el código de conducta que se debe seguir durante la realización de esta actividad. 

MiAmbiente informó que realiza monitoreos de las poblaciones de cetáceos en Isla Iguana y en el Parque Nacional Coiba, y apoya otras iniciativas de investigación lideradas por ONGs, universidades y centros de investigación, que generan información técnica para fortalecer el proceso de toma de decisiones sobre estos mamíferos marinos; además desarrolla programas de capacitación a las comunidades que realizan la actividad a nivel nacional, para asegurar que las personas que brindan el servicio turístico de avistamiento cumplan con la normativa existente.

Entre otras instituciones públicas abocadas al  cuidado y preservación de los cetáceos también están: la Autoridad de los Recursos Acuáticos, la Autoridad de Turismo, la Autoridad del Canal, así como la Fundación Mar Viva, entre otras más, sumando a las empresas privadas del sector, a través de la Cámara Marítima de Panamá.

La Estrella de Panamá

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