Tradiciones Mexicanas en el día de muertos

Altares, catrinas, pan de muerto, flores de cempasúchil, velas, copal… nada de esto falta el Día de Muertos en México


CALAVERAS TÍPICAS DE DÍA DE MUERTOS

Las calaveras son uno de los símbolos que tienen en común todas las regiones mexicanas durante las celebraciones del Día de Muertos.

FOTO: CPTM

ALTAR DE DÍA DE MUERTOS EN OAXACA

Los altares son otro de los elementos comunes en la tradición de Día de Muertos. En ellos no puede faltar los pétalos de cempasúchil, majares adorados por el fallecido, copal, agua bendita, la imagen del santo más importante y la imagen de los difuntos.

FOTO: CPTM

CEMENTERIO DE OAXACA EN DÍA DE MUERTOS

Durante el Día de Muertos, los cementerios no son lugares tétricos. Muy al contrario son lugares de celebración, adornados para la ocasión.

FOTO: CHRISTIAN PALMA

ESPOSOS EN EL DESFILE DE DÍA DE MUERTOS EN CIUDAD DE MÉXICO

Creada por José Guadalupe Posada, la Catrina se ha convertido en el símbolo más reconocible del Día de Muertos de México.

FOTO: CHRISTIAN PALMA

DESFILE DE DÍA DE MUERTOS EN CIUDAD DE MÉXICO

El de Ciudad de México es uno de los desfiles más importantes del Día de Muertos en todo el país. En él participan unos 2.000 voluntarios para que todo salga a la perfección.

TRADICIONES MEXICANAS EN EL DÍA DE MUERTOS

Un día al año, en México conviven los muertos con los vivos y, lejos de asustarse, los mexicanos lo celebran por todo lo alto. Desde finales de octubre y hasta el 2 de noviembre todo el país se llena de altares, catrinas y ofrendas en las que los muertos son bienvenidos y venerados. El Día de Muertos es una de las festividades más importantes del país norteamericano y tiene su origen hace más de 500 años, en la unión de tradiciones de la cultura prehispánica con la católica. En ella se celebra el retorno transitorio a la Tierra de los familiares y seres queridos fallecidos.

TRADICIONES COMUNES

Cada región mexicana tiene sus propias tradiciones, pero todas tienen rasgos en común que tratan de facilitar el retorno de las almas a la tierra. Una de las más importantes es la colocación de altares. En ellos no faltan los pétalos de cempasúchil (cempoalxúchitl), las velas y comida como el pan de muerto, hecho a base de maíz y otros vegetales y muy típicos en las ceremonias y festividades prehispánicas. Actualmente, este pan se elabora con harina de trigo, azúcar, huevo y levadura, y se adorna con figura de huesos cruzados a la que se le espolvorea azúcar.

Otro de los elementos indispensables en los altares es el copal, una resina aromática cuyo humo se considera alimento de las divinidades celestes, así como objetos artesanales y los manjares favoritos del difunto, concretamente fruta, papel picado, siete platos con mole negro con siete montones de tortillas para los muertos adultos, piezas de pollo o guajolote cocido, tamales, café y chocolate calientes, un incensario conocido como tecolcaxitagua bendita, la imagen del santo más importante y la imagen de los difuntos.

Otra de las características comunes es el adorno de las tumbas y los cementerios, que se llenan de flores y velas para honrar a los muertos. Es habitual que las familias coloquen ofrendas a lo largo del camino que va desde su casa hasta el cementerio.

DIFERENCIAS ENTRE REGIONES

En cuanto a las diferencias, cada región de México tiene sus propias tradiciones. Por ejemplo, en Aguascalientes se celebra el Festival de las Calaveras, que rinde homenaje a José Guadalupe Posada, creador de la famosa “Catrina”; en Guanajuato se celebra el 1 de noviembre un Desfile de Catrinas; en Oaxaca, se construyen la Plaza de la Muerte, con puestos donde se puede adquirir artesanía local, y se celebran las “Muerteadas”, comparsas que duran más de 20 horas y en las que los participantes visten de negro y portan espejos que representan la luz y la oscuridad.

Por su parte, en San Luis Potosí tiene lugar el Xantolo el 1 de noviembre que consiste en velar a los muertos con rezos e incienso. Además, el día 2 de noviembre, las comunidades indígenas llevan sus ofrendas a los panteones y adornar las tumbas con flores para las ánimas que, según la creencia de la región, se quedan en la tierra todo el mes.

Mientras, el día 1 de noviembre la isla de Janitzio en Michoacán, honra a los “angelitos” (niños fallecidos) en una procesión nocturna de canoas adornadas con velas, platillos y bebidas. El mismo día en la Ciudad de México, millones de visitantes se dan cita en el panteón de San Andrés Mixquic para recibir a las almas de los muertos al ponerse el sol; y en Xochimilco, la escenificación de la Leyenda de la Llorona atrae a propios y extraños año con año.

nationalgeographic.com.es

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