Conversaciones CNT: ¿cómo, cuándo y dónde volveremos a viajar?

Comienzan las Conversaciones Condé Nast Traveler: cuatro jornadas de encuentros virtuales, hasta el 18 de junio, para tratar de responder a cómo, cuándo y dónde volveremos a viajar


Nuestra vida ha cambiado y, con ella, una de nuestras pasiones, la de viajar. Queremos volver a coger aviones, volver a ver los paisajes pasar desde la ventana de un tren y volver a recorrer carreteras y caminos. Pero antes de hacerlo, son muchas las preguntas que llevan semanas rondándonos por la cabeza. Para tratar de darles respuesta, Condé Nast Traveler España, la revista de viajes y estilo de vida de Condé Nast, acoge virtualmente esta semana las Conversaciones Condé Nast Traveler.

Serán cuatro jornadas virtuales, hasta el 18 de junio, en las que profesionales del sector reflexionarán sobre el futuro inmediato de la industria turística en un contexto nuevo, abordando las derivadas económicas, tecnológicas y culturales del fenómeno de viajar como expresión de nuestra identidad y estilo de vida.

Durante la primera de ellas, celebrada este lunes, los expertos reunidos en estos encuentros virtuales han hablado de la reinvención de los viajes, del cuándo, el cómo y el dónde volveremos a viajar; y del papel de la tecnología, los datos y de los esfuerzos en innovación y sostenibilidad como palancas de cambio tras el Covid-19.

Fran Romero, Head of Open Innovation Programs en Amadeus IT Group, ha sido el encargado de inaugurar la primera jornada de las Conversaciones Condé Nast Traveler con un mensaje optimista, de confianza y ambición a la hora de responder a la cuestión de cómo dejaremos atrás la situación de cuarentena en la que hemos vivido en los últimos meses para volver a viajar en un contexto en el que la existencia del Covid-19 marcará nuestra realidad.

Aquí es donde entra en juego la tecnología, la ya existente y la que se está desarrollando para responder a necesidades concretas y que, como explicaba Romero, podría llegar para quedarse de forma definitiva y hacer que la industria del viaje salga reforzada y mejorada de esta crisis.

Son tres las preguntas clave que él establece como punto de partida y a las que están intentando dar respuesta desde la iniciativa Rethink Travel: cómo podemos impulsar la confianza del viajera, cómo podemos salir más reforzados que antes y cómo podemos diseñar la nueva normalidad.

Para darles respuesta, como punto de partida, se está empezando a trabajar en ocho áreas: distancia social, controles sanitarios automatizados, identidad digital mejorada, rastreo, información adicional, experiencias virtuales, servicios robóticos y saneamiento. Romero es consciente de que no son las únicas y de que no se sabe todavía qué recorrido tendrán, pero sí de que son las que están empezando a marcar tendencia; e insiste en que lo interesante en este punto sería que las soluciones que se aplicaran en las diferentes áreas pudieran servir no solo para tratar cuestiones relacionadas con el Covid-19, sino que pudieran aplicarse para resolver otros problemas de la industria de cara a mejorar su eficiencia.

En cuanto a la distancia social en el mundo del viaje y cómo aplicarla de forma sostenible, el sector se encamina hacia la gestión de multitudes, pudiendo utilizar de forma generaliza tecnologías que, en algunos casos, ya estaban en marcha. Por ejemplo, en algunos aeropuertos ya se utilizan cámaras para detectar, incluso antes de que se produzcan, las aglomeraciones gracias a que calculan el número de personas y la distancia que hay entre ellas; o en algunos destinos ya se están desarrollando iniciativas relacionadas con, por ejemplo, la compra anticipada de entradas para saber el flujo de gente que habrá que manejar o sinergias como la de Get your ride y el Van Gogh Museum por la cual Get your ride conduce a los grupos de viajeros que adquieren sus servicios hasta el museo en las horas valle del centro en cuanto a afluencia de gente.

La tecnología imprescindible para que todo esto funcione será el móvil, por su uso generalizado por parte de la población y porque nos permitirá mantener la distancia social a la hora de realizar transacciones; las tecnologías biométricas, que aerolíneas como Delta u hoteles como Yanolia ya están utilizando para agilizar ciertos procesos; y la visión computarizada que, a través de cámaras que utilizan la inteligencia artificial, pueden extraer mucha información de las personas sin necesidad de interacción cara a cara, simplemente analizando nuestra forma de andar, nuestros rasgos y nuestra forma de vestir.

La seguridad y la confianza que se pretende aportar a los viajeros puede conseguirse, entre otras cosas, a través de los controles sanitarios, otra de las áreas que para Romero están empezando a marcar tendencia. Aquí entrarían en juego las cámaras termales que permiten analizar a mucha gente en un corto espacio de tiempo gracias a la capacidad que nos da una sola imagen. Ya existían y ya las están aplicando algunas aerolíneas, aeropuertos y hoteles. También empiezan a verse iniciativas como los quioscos de chequeo de salud y los chequeos robotizados.

Aunque es algo que genera controversia, podríamos estarnos encaminando también hacia una identidad digital mejorada que incluyera también registros de salud digitales. Aquí Romero lo tiene claro: la clave va a estar en la regulación que haga de ello cada país y en cómo ponerlas de acuerdo, pero, especialmente, en manejar adecuadamente la privacidad, el encriptado y la seguridad. Evitar la expansión del virus gracias a proporcionar datos, sí; pero tratando esos datos de forma ética.

En cuanto al rastreo, resultará fundamental la estandarización entre los diferentes países para poder sincronizar la información recolectada por cada uno, así como que estas aplicaciones las utilice, al menos, un 60% de la población para que puedan ser fiable. De momento, Suiza ya ha anunciado que trabaja en una aplicación con Appel y Google; Japón también está apostando por los gigantes tecnológicos; Estados Unidos lo está haciendo con datos proporcionados por las aerolíneas y Francia ha creado su propia App (StopCovid) que funciona a través del Bluetooth, sin geolocalización y es de uso voluntario y anónimo.

Los viajeros también querrán información adicional del destino sobre seguridad, qué se puede hacer y qué no. Para ello, ya hay grandes organizaciones publicando guías sobre cómo proporcionar esa información y cómo compartirla, así como empresas privadas enfocadas a segmentos concretos del mundo del viaje, como los de negocios. No faltan tampoco las colaboraciones para compartir información en tiempo real, como es el caso de Wanda Maps, que durante el coronavirus fue proporcionando datos sobre las tiendas abiertas.

Así, una combinación de rastreo, Big data e identidad digital sumada a buenas fuentes, regularización, siendo escalable y con protocolos de estandarización podría llevarnos a hablar de condiciones de viaje seguras y fiables para todos, con las que responderíamos a esa cuestión inicial de comprender mejor al viajero, contribuyendo a la mejora de la sociedad y con la tecnología y la innovación como pilares. Y sí, habrá experiencias virtuales, pero no como una forma de sustituir a los viajes, sino como la herramienta que permita acercarlos a quienes no puedan vivirlos o que, por ejemplo, proporcione más información a la hora de tomar decisiones.

¿CUÁNDO, CÓMO Y DÓNDE VOLVEREMOS A VIAJAR? CÓMO LOS DATOS NOS AYUDARÁN A ACERTAR LA QUINIELA

Inmaculada Gallego, Jefa del Área de Estadística e Investigación de Mercado del Turismo de Andalucía y profesora asociada de la Universidad de Málaga; Sara Pastor, Directora General de Destinos de ADARA; y Natalia Bayona, Senior Expert on Innovation and Digital transformation de la Organización Mundial del Turismo (UNWTO), como moderadora han sido las encargadas de poner sobre la mesa cómo el Big Data puede ayudar a entender el comportamiento de los viajeros, pero también lo importante que es saber trabajar con ese Big Data, cómo la tecnología se convierte en un complemento y no un reemplazo en el sector del turismo, cómo puede ayudar a crear empleos cualificados y cómo el turismo no puede perder de vista la sostenibilidad que tan en mente se tenía antes de la crisis del Covid-19.

Y es que como comenzaba diciendo Sara Pastor, resulta fundamental poner al viajero en el centro y, para que esta estrategia tenga éxito, se necesita del Big Data para conocerle y poder ser relevante para él. Sin embargo, “tener una gran cantidad de datos no es la clave, pero sí cómo los recopilamos, cómo los combinamos y cómo sacamos inteligencia de ellos para convertirlos en Smart Data”.

A esto lo define como crear un proceso de inteligencia turística que pasa por tres fases: “aprender, recopilar datos, ver las tendencias, qué es lo que están buscando, qué no, qué les da miedo.; actuar y hablar con ellos; y la medición para ver si lo que hemos hecho ha funcionado o no, y de lo que ha funcionado por qué ha estado provocado; para volver a empezar ese círculo virtuoso que pone al viajero en el centro”.

En ese sentido, Inmaculada Gallego ha resaltado la importancia que han tomado los datos durante esta crisis. “Se han vuelto más relevantes que nunca porque nos pueden dar orientaciones ante una situación de incertidumbre” y ha subrayado la importancia de “invertir en datos, en análisis y en alianzas que nos permitan hacer ese seguimiento que requiere el turismo”.

Habla de Big Data porque en este momento concreto las estadísticas tradicionales no han podido dar respuesta a algunas preguntas, pero no las rechaza, sino que aboga por una combinación de ambas y por poner en valor los datos que proceden de organismos oficiales, tanto nacionales como internacionales. “Aprovechar al máximo todas las fuentes y cubrir las necesidades de información de los destinos”.

Porque sí, las empresas y los destinos necesitan utilizar datos, pero no de cualquier manera. Por ello, Pastor ha querido subrayar que “la tecnología no se tiene que aplicar porque sí” y ha resaltado la importancia de no olvidarnos de cuál es el objetivo que se persigue: “qué tipo de destino quiero ser, qué turista quiero atraer y cómo me quiero relacionar con los residentes”. Es entonces cuando se puede decidir qué tipo de tecnología utilizar y de personal interno contratar.

Reivindica, además, la importancia que ha tenido este parón para pensarlo y replantear la esencia del destino porque “lo que viene a partir de ahora es una competencia mucho más feroz que la que había: la demanda no es la misma que antes y todo el sector va a estar compitiendo para atraer a un viajero que ahora tiene menos posibilidades”.

No obstante, a pesar de la importancia del Big Data para definir y llevar a cabo estrategias futuras, su uso y aplicación genera una serie de preocupaciones que van desde el coste hasta la falta de estándares metodológicos, pasando por la ausencia de una transparencia metodológica que se vuelve crucial si tenemos en cuenta que los analistas necesitan conocer todas las fuentes. Por ello, Gallego considera que “los organismos oficiales deben tomar un papel relevante y deben armonizar” y pone sobre la mesa otra cuestión: la falta de perfiles de analistas de datos en los destinos turísticos. “El esfuerzo se ha centrado en tener datos, pero si no sabes qué hacer con ellos, si no sabes analizarlos y si no haces un seguimiento continuo no tiene sentido. No solo hay que invertir en datos, sino también en personas, en analistas que sepan sacarles provecho”.

La prioridad ahora mismo es el presente. Por eso, como explicaba Gallego, desde Andalucía han aprovechado los datos para dar respuesta a muchas cuestiones que se iban planteando, como el impacto económico que tendría la crisis sanitaria en el sector turístico, la reactivación de los mercados, el sentimiento de la demanda respecto al Covid-19 y Andalucía… Pero no se puede perder de vista el futuro que apunta a un turismo sostenible, a un ir a buscar a ese viajero que le interese a cada destino y a poder redistribuirlo cómo le convenga.

Y la pregunta del millón estaría aquí. ¿Cómo vamos a viajar este verano basándose en estos datos? Pastor explica que a nivel español y europeo, las búsquedas se dispararon cuando se anunció la apertura de fronteras con muchas procedentes de Francia, Alemania y algunos países nórdicos. “Sí que vemos ese turista internacional que quiere venir hacia España”.

“Vemos tres tipos de turista: los que no tienen miedo y están esperando que les den luz verde para poder viajar; gente con miedo y que van a ser más conservadores; y los que están en medio, mirando segundas residencias, turismo rural o qué medidas se están tomando en las playas. En este grupo de grises, la comunicación de los destinos y las medidas van a ser clave para que se decidan”.

En la misma línea se pronuncia Gallego. “Todo está muy vinculado a las medidas sanitarias: cómo gestionamos el tema de las playas y el tema de las fronteras. La gente está tomando decisiones a última hora, interpreta que el mercado internacional va a lanzarse a final de año y que el verano va a estar más relacionado con el mercado nacional, pero la cultura viajera está integrada en nuestro ser”.

INNOVACIÓN Y SOSTENIBILIDAD, PALANCAS Y NUEVAS OPORTUNIDADES PARA LA RECUPERACIÓN POST COVID-19

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