‘Smart mobility’, la revolución de la nueva movilidad

En la imagen, el ‘Snap’, un vehículo eléctrico, compartido y autónomo presentado por la empresa suiza Rinspeed en el último CES de Las Vegas. Su chasis se separa de la cabina para permitir varios usos.

La movilidad en las ciudades se dirige hacia una nueva era, más inteligente, eficiente y sostenible. Sobran razones para ello: hoy se dan ya situaciones cercanas al colapso en muchos puntos del planeta que van más allá de las caóticas estampas que se producen en las grandes metrópolis e impactan en la calidad de vida y la salud de las personas. Alineadas a este cambio de modelo, han comenzado a surgir nuevas modalidades de transporte que también tienen su efecto en el turismo.

Por José María Paredes Hurtado

Según Naciones Unidas, el 90% de los habitantes de las ciudades respira aire que no cumple las normas de seguridad establecidas por la Organización Mundial de la Salud. En el caso de España, se producen cada día 57 millones de desplazamientos en sus 20 principales ciudades. Según la firma Inrix, los habitantes de Los Ángeles, la población más congestionada del mundo, pierde cada año 102 horas –es decir, 4,25 días de sus vidas– atrapados en el tráfico, y los embotellamientos ocasionaron a los estadounidenses un gasto superior a los 268.000 millones de euros.

Estos y otros muchos problemas han comenzado a provocar un cambio de paradigma en la movilidad. En él, el automóvil pierde protagonismo en las urbes porque el patrón de movilidad basado en una persona-un coche no es sostenible y han comenzado a surgir nuevos modos impulsados, primero, por la nueva cultura que de manera gradual se va imponiendo y, en segundo término, gracias a la aparición de plataformas tecnológicas y aplicaciones móviles que están cambiado el entramado y la configuración urbana.

HACIA EL MODELO CASE

Se trata de nuevos medios que, con energías alternativas (eléctricas, sobre todo), han traído consigo fórmulas revolucionarias de tránsito como son la micromovilidad, el alquiler de vehículos con conductor, la movilidad compartida, el car-pooling o la conducción autónoma y conectada. En definitiva, la implantación de lo que los anglosajones denominan movilidad CASE: Connected, Autonomous, Shared & Electric (conectada, autónoma, compartida y eléctrica). De este modo, los núcleos de población, junto a las modalidades tradicionales de transporte –coche particular, autobuses, taxis o metro– han comenzado a dar paso a automóviles y patinetes eléctricos, coches compartidos, bicicletas y motos en régimen de alquiler o los controvertidos vehículos VTC.

“Cada vez más, la tendencia es la combinación de diferentes medios compartidos de transporte. Los modelos de economía colaborativa tienen fuerza y aumenta la conciencia ambiental; se necesita ganar tiempo, y los recursos económicos son limitados. La combinación de estos factores hace que el modelo de movilidad sea multimodal”, señalan desde Ferrovial.

Se trata, además, de un fenómeno global que se extiende por todo el mundo. Bird y Lime, dos de las firmas más populares en scooters eléctricos, están presentes ya en más de cien ciudades del mundo. Y Ford, la centenaria empresa automovilística, acaba de anunciar su entrada en el segmento de los patinetes eléctricos. Su objetivo: llevar estos nuevos artefactos futuristas a un centenar de ciudades del planeta, para lo cual ha adquirido una start-up llamada Spin.

DE LA PYME A LA GRAN EMPRESA

Porque detrás de estas nuevas modalidades de transporte, en muchos casos, se encuentran grupos de emprendedores que se han lanzando a la conquista de la smart mobility. “Las start-ups juegan un papel clave en el nuevo contexto de la movilidad; son laboratorios que permiten romper con las soluciones habituales y testar nuevas ideas en pequeños escenarios. Ensayar, errar y aprender con rapidez y eficacia permiten impulsar grandes cambios”, explican desde Ferrovial.

Pero también hay grandes compañías que han visto negocio en esta nueva era de la movilidad. Además de Ford, otras como Volkswagen (que invertirá 44.000 millones de euros en electromovilidad, conducción autónoma y nuevos servicios de movilidad hasta el año 2023), Toyota o Seat, que están transformándose en “proveedores de movilidad”. Incluso la célebre firma de armamento Kalashnikov ha anunciado el desarrollo de un coche eléctrico, que está ya en fase de prototipo.

Ferrovial es una de las corporaciones que también ha puesto rumbo al negocio de la movilidad. Así, a través de una de sus filiales (Ferrovial Servicios), en consorcio con la canadiense PBSC Urban Solutions, prestará el servicio de bicicletas compartidas de la ciudad de Barcelona durante los próximos 10 años por un importe de 163 millones de euros. Según su director general, Ignacio Gastón, se trata de un “hito relevante” en su apuesta por desarrollar “soluciones de movilidad comprometidas con el medio ambiente”.

De acuerdo con las estimaciones recogidas en el estudio Movilidad 2040. Cruzada por la movilidad inteligente, elaborado por Oliver Wyman, los nuevos servicios en este terreno generarán en 2040 unos ingresos de 237.000 millones de euros y unos beneficios a los proveedores superiores a los 131.000 millones de euros.

MÁS ALTERNATIVAS PARA EL TURISMO

Este nuevo contexto no solo favorece a los residentes; también impacta muy positivamente en los ciudadanos de paso, los turistas que, en puntos diferentes del mapa, pueden disfrutar de los mismos equipamientos de movilidad que en sus lugares de origen y ayudados por aplicaciones móviles que contienen soluciones de pago sencillas, accesibles y cómodas. “Los turistas tendrán más alternativas para poder moverse en las ciudades. Además, gracias a la digitalización, podrán ver cómo organizar sus desplazamientos en el menor tiempo posible y con menor coste; los precios se reducen si se apuesta por fórmulas colaborativas”, sostienen desde Ferrovial.

El escenario que ya se vislumbra, además, puede contribuir a disminuir la sobresaturación de algunos destinos pues, a medida que los vehículos dejan espacio, se hace sitio a las personas. Según Audi, los coches autónomos, los servicios de movilidad y las infraestructuras interconectadas reducirán el tráfico y el espacio que este ocupa en las ciudades. “En una red de tráfico completamente automatizada, se podrá transportar un 12% más de personas en un 33% menos de tiempo en los desplazamientos cotidianos”, asegura esta compañía.

Además, la nueva modalidad afecta igualmente a los viajes nacionales y regionales. Surge así el car-pooling, la fórmula del coche colaborativo que pone en contacto a personas que quieren realizar un itinerario común y coinciden para hacerlo el mismo día. El caso más conocido es BlaBlaCar, la mayor red social de viajes de larga distancia en coche compartido, con más de 65 millones de usuarios en 22 países (cinco millones en España). Este modelo ha comenzado a trasladarse igualmente al espacio aéreo, con varias compañías que ofrecen ya la fórmula del avión privado compartido.

En lo que todos coinciden es en que la movilidad del futuro será más sostenible, más colaborativa, más integrada, más digitalizada y “con mayores posibilidades de elección para los ciudadanos”, según Ferrovial. 


Moverse por la ciudad… y por el aire

El futuro de la movilidad, inevitablemente, pasa por el cine y en cómo sus imágenes han condicionado el pensamiento de varias generaciones. Así, en nuestro mapa mental, los escenarios aparecen repletos de autos voladores (tipo Blade Runner), coches autónomos (similares a los de Minority Report), vehículos robotizados sin conductor (a imagen y semejanza de lo visto en Desafío total) o artefactos aéreos de baja altura (como ocurre en Regreso al futuro). Sin olvidar el legendario RSQ de conducción automática que fabricó Audi para la película Yo, robot.

El presente no anda descaminado y esos modelos de ciencia ficción están más cerca de lo que se piensa: drones, coches voladores, trenes flotantes y aviones hipersónicos serán pronto un hecho. A la espera, eso sí, en algunos casos, de las trivialidades que no se ven en las pantallas, como son los aspectos técnicos, administrativos, regulatorios, económicos o de infraestructuras necesarias. Sea como sea, se trata de un mercado, el de la movilidad aérea urbana, con un volumen de negocio estimado en 112.000 millones de euros.

En el caso de los drones no tripulados de pasajeros hay ya un sinfín de proyectos en marcha, según se desveló en noviembre del año pasado en el Amsterdam Drone Week, uno de los primeros congresos mundiales dedicados a estos aparatos. “Nuestro objetivo es conectar a Europa y darle alas a la industria de los aviones no tripulados, literal y figurativamente”, decía uno de sus organizadores.

Iniciativas como las que desarrolla, por ejemplo, Airbus a través de su división de Urban Air Mobility, dirigida por el español Eduardo Domínguez, con tres programas muy destacados: el CityAirbus (un vehículo aéreo eléctrico de despegue y aterrizaje vertical, eVTOL por sus siglas en inglés); el Vahana, un pequeño avión de pasajeros autopilotado eVTOL; y el Voom, la primera plataforma de reserva de helicópteros bajo demanda.

Pero Airbus no es la única compañía que trabaja ya en estos nuevos medios de transporte. Uber, Toyota o Audi, por citar algunas, también desarrollan coches voladores, aunque las más avanzadas al parecer son la china Ehang y la holandesa Pal-V, que en la última edición del Salón del Automóvil de Ginebra presentaron el Pal-V Liberty, un vehículo que estará disponible en 2019. Se trata de un giroplano con una autonomía de vuelo de 500 kilómetros, que puede pasar del aire al firme en solo unos minutos. Por su parte, Uber Elevate pretende lanzar en 2020 sus primeros taxis eléctricos eVTOL. También la alemana Volocopter anunció recientemente que, a mediados de 2019, comenzará a probar en Singapur sus vehículos remotos y autónomos.

Los aviones supersónicos para vuelos comerciales –con capacidad para superar los 1.200 kilómetros hora– pronto serán una realidad (se habla de cinco años) y hay varias iniciativas en curso. Entre ellas las impulsadas por Boom Supersonic, Aerion y Spike Aerospace. Boeing ha comenzado a hablar ya de los aviones hipersónicos, que serían capaces de volar de Europa a Australia en cinco horas, o de Londres a Nueva York en dos.

Respecto al tren del futuro, el transporte del pasajeros pasa por el Hyperloop, un proyecto revolucionario, basado en una innovadora tecnología (levitación magnética en tubo neumático), que puede viajar a más de mil kilómetros por hora. Sus promotores consideran que el primer Hyperloop podría estar listo en tres años y, en cinco, ser una realidad comercial.

Y si lo que se desea es viajar al espacio ya hay medios para ello, aunque su precio está, todavía, a años luz del bolsillo de los terrícolas.


Nuevas formas de movilidad

Micromovilidad. El ejemplo más conocido es el patinete eléctrico. Se trata de un vehículo ecológico, rápido y ligero, que todavía precisa solventar, eso sí, su armonía con el tránsito de los peatones. En los últimos años ha registrado un boom, y numerosas empresas tradicionales se han lanzado a este mercado. Una de las últimas, Seat, que presentó en el Smart City Expo World Congress, celebrado en noviembre, el Seat eXS Powered by Segway.

Los VTC. Las licencias VTC (Vehículos de Turismo con Conductor) son autorizaciones para ejercer la actividad de arrendamiento de vehículos con conductor. Las empresas más representativas son Uber y Cabify, y su presencia en las ciudades ha ocasionado conflictos con el sector del taxi, que desea un estricto cupo para la prestación de este servicio.

‘Car-pooling’. Es un fórmula de coche colaborativo que, a través de una plataforma tecnológica, pone en contacto a personas que quieren realizar un trayecto común y coinciden para hacerlo el mismo día.

Vehículos eléctricos. Los coches con motor de combustión tienen los días contados (en el horizonte, el año 2026). Y la gran esperanza de la movilidad urbana son los vehículos eléctricos. De hecho, la Mesa de la Movilidad Inteligente como Servicio (creada por ALD Automotive y Nissan y Grant Thornton) prevé que en 2030 el 95% del transporte urbano en las grandes ciudades sea eléctrico, autónomo y a demanda.

Movilidad compartida. Esta modalidad incluye, principalmente, a coches (carsharing), bicicletas (bikesharing) y motocicletas (motosharing) y consiste en el uso de un mismo vehículo por parte de diferentes personas, que pueden alquilarlos por minutos o kilómetros mediante una aplicación del teléfono móvil. Según algunas fuentes, un coche compartido hace el mismo servicio que entre 10 y 15 vehículos privados, y reduce hasta siete veces los desplazamientos.

Conducción autónoma. Al tiempo que los vehículos eléctricos ganan presencia en las calles de las ciudades, los coches autónomos siguen acelerando su puesta a punto. De hecho, los proyectos se suceden a toda velocidad: General Motors, Ford, Tesla, BMW, Hyundai… Sin embargo, el que parece haber tomado la delantera ha sido Waymo, el coche de Google, cuyos modelos han recorrido ocho millones de kilómetros en pruebas. Google ha anunciado recientemente la puesta en marcha del primer taxi autónomo. 

Fuente: Revista Savia

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