Asia y Chile, socios en comercio e inversiones

Chile y China celebran 50 años de relaciones internacionales ininterrumpidas. El gigante asiático ha llegado poco a poco a erigirse en el principal socio comercial de Chile, y en los últimos tres años ha realizado inversiones significativas.


En los nueve primeros meses de 2020, el intercambio comercial supera los 29.000 millones de dólares. Las exportaciones chilenas crecen un 11,8% situándose por sobre los 18.000 millones, y las importaciones están próximas a los 11.000 millones -un 2,7% menos.

Por el contrario, el despegue de las inversiones China en el territorio es de fechas muy recientes, a pesar de los esfuerzos chilenos desplegados desde finales de los 90 por atraerlos. Según InvestChile, la agencia estatal de promoción de inversiones para Chile, en 2019 la cartera de proyectos chinos superó los 4.000 millones de dólares: creció un 167%. En tanto, el número de propuestas subió de 20 a 31, un aumento de 55%. Las perspectivas son alentadoras; tan pronto la pandemia comience a quedar atrás, la inversión continuará su andadura no solo en el país, sino también en otros destinos regionales a través de la plataforma chilena: esto es positivo para todos.

Pero, no se equivoquen, el acercamiento excede la economía pura y dura. Materias como tecnologías, salud, transporte, educación, etc., son parte de las conversaciones y acuerdos en los acercamientos oficiales y en algunas instancias del área privada.

Una cuestión relevante para Chile es la minería, metálica y no metálica. El pasado 21 de octubre, el cobre -conocido como el sueldo de Chile– alcanzó los 3,154 dólares la libra en la Bolsa de Metales de Londres, el mayor precio desde el pasado 18 de junio de 2018. Detrás de esto está China, amparada en el avance económico alcanzado a lo largo de 2020, particularmente en el tercer trimestre, donde la actividad industrial exhibe una fuerte laboriosidad.

Asimismo, esto repercute favorablemente en minerales como el níquel y el hierro, con producciones altas de aluminio y acero. Los analistas esperan un crecimiento del 2% de cobre refinado demandado por Pekín al concluir 2020. Sectores como infraestructura, construcción y red eléctrica son los más favorecidos por los incentivos pos-Covid-19 de los mandos chinos, sin descartar que una cantidad de estos volúmenes vayan a reservas consideradas estratégicas para su desarrollo por la dirigencia de esa nación.

Igualmente, hay cuestiones de oferta en este aumento. Las estimaciones apuntan a que la producción global de cobre de mina se vea reducida entre un 3% y un 5% de media en relación a 2019 a causa del virus. Vaticinan un valor cercano a 3,10 a lo largo de 2021.

La tendencia se podría mantener si China continúa en fase de recuperación, y podría acelerarse si se incorporan Europa y Estados Unidos; los estímulos gubernamentales de los estadounidenses a su expansión podrían tener un peso decisivo. Del mismo modo, si productores del Cono Sur se vieran impactados por rebrotes del coronavirus, el importe alto persistiría

Quienes nos leen pueden preguntarse: ¿qué tiene que ver esto conmigo?, si lo suyo son áreas absolutamente ajenas a lo minero. En el caso de los australes existen planes en infraestructuras públicas en torno a los 34.000 millones de dólares, un esfuerzo sin precedentes: algunas ya están siendo licitadas y unas cuantas seguirán en breve. Ponerlos en marcha requiere de ingresos fiscales para afrontarlas. Además, están los requerimientos en salud, energía, medio ambiente, innovación, digitalización, turismo y otros varios asuntos. Los presupuestos presentados para 2021 rebasan los 70.000 millones de dólares, y apuntan a una extensión del PIB de alrededor del 5%.

La condición de Chile de tierra ribereña del océano Pacífico y Asia es interesante para al empresariado nacional. Más de diez países asiático tienen tratados de libre comercio (TLC) con los andinos. Hasta ahora, los pueblos situados en la orilla de enfrente han dado muestras de ir dejando atrás el ataque viral, están mejor apertrechados para continuar con su dinamismo; hacer negocios en esa zona es una prioridad.

Mencionamos a Indonesia, al cumplirse el primer año de la rúbrica de un TLC con Chile. Esta es la tierra de las especias, a la que Colón y Magallanes buscaban llegar por nuevas rutas marinas. Por ahora, Chile es el único país de Latinoamérica con un TLC suscrito con los indonesios. Entre enero y julio, a causa de la epidemia los intercambios han retrocedido un 4%. Con todo, sus autoridades ven “en la estadística desde enero a junio 2020 que aumentó el intercambio de 133 productos indonesios como alimentos, textiles o aceite de palma. Y por el lado de Chile siguieron los envíos de plásticos, frutos, vino, pulpa y celulosa. En aquellos productos asociados al CEPA -las siglas en inglés del TLC- y que requieren de un certificado de origen, el crecimiento fue del 167%”.

La directora de la Oficina de Promoción Comercial de Indonesia (ITPC, por sus siglas en inglés) en Santiago declara: “Apoyamos el fortalecimiento de la relación comercial entre Indonesia y Chile. Facilitamos y ayudamos a indonesios y chilenos que desean expandir sus negocios utilizando productos y servicios indonesios”.

Y agrega: “La oportunidad futura es que todavía hay más productos para explorar de cada lado: son 9.308 productos indonesios y 7.689 chilenos que están con este arancel preferencial. Indonesia y Chile tienen una complementariedad relativamente alta entre sí, por lo que tiene mucho más potencial”.

Chile es una puerta para la región y para Asia. Junto con vender o comprar en el mercado del sur, es posible plantearse metas de acceso a Asia junto a socios locales.

eleconomistaamerica.cl

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