¿Podrá Colombia triplicar su tráfico aéreo a 2030?

Con una tasa de crecimiento sostenida de entre 7 % y 8 %, el país podría alcanzar los 94 millones de pasajeros anuales en poco más de una década.

El desarrollo de infraestructura será clave para lograrlo. El tema de la posición estratégica de Colombia entre dos océanos y en medio de un gran continente, es tan importante e influyente que se retoma cada año en debates económicos, propuestas de negocios y hasta comerciales de televisión.

Más allá de esa ventaja natural, el país viene trabajando en mejorar otros factores que en conjunto han impulsado varios sectores de la economía, entre ellos el aeroportuario. Hoy por hoy, Colombia tiene una de las operaciones más importantes de la región, después de México y Brasil, y aun así tiene potencial para triplicar hacia 2030 la cantidad de pasajeros que moviliza, de acuerdo con la Aeronáutica Civil. Pero no fueron los únicos en elevar la apuesta.

Según el escalafón de la asociación mundial de aeropuertos, Airports Council International (ACI), Colombia ocupa el cuarto lugar entre los países que tienen proyectado un mayor crecimiento de pasajeros a 2040, después de Vietnam, India e Irán y por encima de economías tan dinámicas como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y China.

Estas proyecciones son fruto de una inversión millonaria que comenzó con fuerza en 2008, cuando el crecimiento natural de pasajeros advirtió la existencia de una gran demanda nacional e internacional por parte de 15 millones de viajeros. En adelante las políticas públicas no pasaron por alto el estímulo que tiene la industria sobre el crecimiento del turismo y el comercio y le dieron prioridad.

En los últimos ocho años la Aerocivil ha invertido $3,3 billones en infraestructura aeronáutica y aeroportuaria y servicios de navegación aérea en 70 terminales propias y 21 aeropuertos comunitarios en ciudades tan influyentes como Bogotá y también en municipios más pequeños como Aguachica (Cesar), Guapi (Cauca), Aldana (Nariño), Capurganá y Bahía Solano (Chocó), entre otros.

A ello se suma el aporte a través de contratos de concesión que regula la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) y que de 2014 a 2018 representó una inversión de $4,53 billones en modernización para 16 aeropuertos, entre los que figuran los de Santa Marta, Rionegro, Bucaramanga, Quibdó, Cartagena, Valledupar, Riohacha, Medellín, Barrancabermeja y Montería.

El director de la Aerocivil, Juan Carlos Salazar, asegura que la nueva infraestructura ha permitido “mejorar la eficiencia de las operaciones aéreas, posicionarnos con los últimos avances técnicos e implementar equipos que aumentan la capacidad de uso de la infraestructura, a la vez que brindan mayor seguridad”.

Por su parte, el presidente de la ANI, Dimitri Zaninovich, destacó que las concesiones han sido un ejemplo de rapidez y eficiencia en la ejecución de las obras, que incluyen “ampliación y repavimentación de las pistas y plataforma; puentes de abordaje de última tecnología; modernización, expansión y climatización de terminales; nuevos terminales de pasajeros y de carga, nuevas torres de control y edificios para el mantenimiento de aeronaves”.

Estas obras, coordinadas para superar el rezago del sector, permitieron que el país alcanzara por primera vez una tasa de crecimiento anual sostenida de 9 %. Cuando en 2007 se movilizaban 14,3 millones de pasajeros, para 2017 esa cifra fue de 35,6 millones y la proyección esperada a 2030 son 94,3 millones, con tasas de crecimiento similares de entre 7 % y 8 %.

Alto crecimiento

“Para eso nos venimos preparando”, dijo Salazar, quien también enfatizó que el crecimiento de Colombia “no se ve en ningún otro país de la región”. Por eso hizo un llamado a la industria a aprovechar las condiciones actuales y seguir avanzando en los próximos 20 años mediante trabajo conjunto. “Es hora de trazarnos ese reto en la aviación civil y pensar qué deben hacer los distintos actores, cómo podemos transformarnos para que ese crecimiento se dé”.

De hecho, ya se encuentran en conversaciones con las líneas aéreas para entender esas proyecciones de crecimiento y ver de qué manera se pueden preparar, pero también hay mesas de trabajo con quienes invierten en el desarrollo de infraestructura, como los concesionarios, y con organizaciones como la Cámara Colombiana de la Infraestructura y la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata, por sus siglas en inglés).

Pero no es lo único que se discute: en la hoja de ruta también se evalúa qué servicios desarrollar en los próximos 12 años. Todo se consigna en el plan de navegación aérea de Colombia elaborado por la Aerocivil y revisado por otros actores de la industria (aerolíneas, operadores aéreos, prestadores de servicios de infraestructura aeroportuaria y autoridades) para lograr una puesta en común que sea viable.

Otro indicador del crecimiento del sector es la llegada de operadores y la apertura de rutas nacionales e internacionales. Actualmente, Colombia cuenta con nueve aerolíneas regulares de pasajeros que compiten por el mercado doméstico en 210 rutas nacionales y otras 31 aerolíneas sirviendo 102 rutas internacionales. “Ningún otro país de la región tiene tantas aerolíneas regionales juntas, eso es un índice de conectividad muy alto”, explicó Salazar.

Según Zaninovich, el mejoramiento de los aeropuertos ha impulsado la llegada de nuevas aerolíneas y la apertura de más rutas y frecuencias dentro y fuera del país. “Actualmente tenemos conexión directa a ciudades de Suramérica, Centroamérica, Norteamérica y Europa. Un viajero puede ir hoy desde Bogotá, Cali, Cartagena o Medellín, sin escala, a ciudades como Madrid, Nueva York o Ámsterdam. Además, aerolíneas como Air France, KLM, Air Europa o Turkish Airlines puedan operar desde y hacia Colombia con aeronaves de largo alcance”.

Asimismo, este año se llegó a 46 relaciones aerocomerciales con otros países, lo que significa mayor acceso a mercados internacionales, mejor conectividad y más rutas aéreas. “Tenemos capacidad de explorar otros destinos y por eso estamos apostando. El mensaje que damos es que Colombia está abierta al mundo, quiere que haya más y mejores servicios aéreos”, indicó el director de la Aerocivil.

El acuerdo más reciente se logró con Argentina hace algunos meses. En 14 años solo se permitía una operación de cuatro vuelos semanales entre Buenos Aires y Bogotá, aun cuando había un interés por parte de los viajeros que se desaprovechaba. Esta semana, las aerolíneas podrán participar en una audiencia pública y aumentar su frecuencia al país gaucho tras un acuerdo de 35 vuelos semanales entre los gobiernos. Lo propio se discute con otros mercados aéreos en el mundo en Europa, Canadá y Latinoamérica, particularmente en este último se tienen acuerdos muy restringidos.

Así están los aeropuertos

Colombia tiene 703 terminales aéreas entre bases militares, de fumigación, aeródromos públicos y privados y aeropuertos. De estos últimos se cuentan 71: 56 operados por el Estado a través de la Aeronáutica Civil y 15 concesionados.

Las concesiones se asignan de acuerdo con las condiciones financieras y de desarrollo de infraestructura del proyecto, principalmente cuando se trata de grandes inversiones que no pueden financiarse solo con recursos públicos. De este grupo hacen parte, por ejemplo, El Dorado, que gracias a la participación privada en infraestructura, es hoy el más grande de Latinoamérica

Sin embargo, el interés del Gobierno en viabilizar los aeropuertos lo lleva a invertir, también por su parte, en mejoras en áreas estratégicas. Y aunque hace una década no se hacía con tanta frecuencia, hoy se construyen decenas de terminales con recursos propios, luego de un minucioso estudio de proyecciones y necesidades.

Este análisis se hace cada año entre la Aerocivil, el Ministerio de Hacienda y el Departamento Nacional de Planeación (DNP). Lo primero que se hace es fijar unas cuantías, las cuales han venido creciendo en los últimos años y provienen de ingresos propios y excedentes que transfieren los concesionarios. Para 2019 este presupuesto será de $750.000 millones. Luego se priorizan las obras según estimaciones de ingresos y gastos, demanda de pasajeros y de acuerdo con su impacto social y económico.

La dinámica de crecimiento podría llevar a que en el futuro cercano sea necesaria la transferencia de recursos públicos para estas obras, pues el presupuesto es limitado, especialmente cuando se tienen en el radar megaproyectos estratégicos como El Dorado II o el aeropuerto de Cali, que demandan un gran músculo financiero pues apuntan a duplicar la capacidad de las terminales. También podrían retomarse políticas de transferencia como regalías o fondos de inversiones para el desarrollo de los aeropuertos.

Todas las obras se proyectan a 20, 30 y hasta 40 años, previendo que el crecimiento proyectado sea inferior al real, como le sucedió a El Dorado después de la primera ampliación, cuando la cantidad de pasajeros proyectada en el plan maestro de 2006 se incrementó cuatro puntos por encima de lo esperado.

La aviación además tiene un efecto multiplicador, pues lleva desarrollo a las regiones, especialmente aquellas que tienen en la vía aérea su único canal de conexión con el resto del país. Además, con cada nuevo destino que se abre se diversifica la economía y se incrementan el turismo, las inversiones, las mejoras en infraestructura y los servicios.

Los avances en regulación también liberalizan el acceso a otros destinos, garantizando al menos una inversión: la de aerolíneas con capital extranjero que quieren invertir en las locales. También está la posibilidad de que el país se vuelva un centro de servicios por su alto nivel de conectividad.

Estas son las inversiones futuras Este año se adelantará una renovación y ampliación completa de la infraestructura en otras terminales del país. Las ciudades priorizadas por la Aerocivil son Neiva, Yopal, Ibagué, Pasto y Leticia. Para el caso de la ANI, las inversiones futuras se concentrarán en los aeropuertos de Barranquilla, Rionegro y Cúcuta.

Además, la ANI estudia proyectos de iniciativa privada para concesionar en un solo grupo los aeropuertos Alfonso Bonilla Aragón de Cali, Gerardo Tovar López de Buenaventura, El Edén de Armenia, Benito Salas de Neiva y Perales de Ibagué; y en otro grupo los aeropuertos Gustavo Rojas Pinilla de San Andrés y El Embrujo de Providencia.

También tiene a su cargo la estructuración del proyecto de ampliación del aeropuerto Rafael Núñez de Cartagena; de un nuevo aeropuerto para esta misma ciudad y del segundo aeropuerto para Bogotá, denominado El Dorado II.

Estos proyectos incrementan las oportunidades de Colombia de mejorar su conectividad y son posibles después de superar una serie de impedimentos que comenzaron con el rezago en la infraestructura, la caída del turismo, el efecto del conflicto armado en la economía y hasta las trabas para ingresar a otros destinos. Mientras estas condiciones favorables perduren, la industria mantendrá sus estimaciones positivas al menos durante 12 años.

Fuente: elespectador.com

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