¿En realidad quién movió las piedras del Stonehenge?

Un investigador apoya la vieja teoría de que algunos de los bloques del monumento fueron transportados a la zona por un glaciar. 

La mayoría de los arqueólogos sostiene que fueron transportados por hombres hace milenios La teoría más aceptada por los arqueólogos es que alrededor del 2.500 antes de Cristo una población del Neolítico transportó unos pesados bloques de piedra desde la zona occidental de Gales hasta la llanura de Salisbury, al sur de Inglaterra, a cientos de kilómetros de distancia. Fue entonces cuando se erigieron los grandes pilares del monumento del Stonehenge, aunque es cierto que desde el 8.500 ya había actividad en la zona, y que durante milenios el monumento fue modificado y las rocas movidas.

Entre las piedras del Stonehenge hay grandes bloques verticales de hasta 25 toneladas, que parecen proceder de Marlboroguh Downs, a 32 kilómetros al norte del monumento. Pero también hay piedras azules, más pequeñas, de formas más irregulares y que rondan las cuatro toneladas de peso. Su composición indica que proceden de varias localizaciones del occidente de Gales, a unos 225 kilómetros de distancia.

La explicación del glaciar

En un nuevo libro que se publicará en junio y titulado «The Stonehenge bluestones», el experto en geomorfología Brian John, quien estudia la evolución de los paisajes a lo largo del tiempo, sugiere que estas piedras de cuatro toneladas no fueron transportadas por gentes que vivieron hace milenios, sino por un glaciar.

Tal como ha explicado John en «Live Science», esa hipótesis ya se propuso en 1902, pero fue descartada tiempo después. En apoyo del relanzamiento de esta idea, sostiene varias cosas: en primer lugar, que estas piedras azules tienen formas irregulares que recuerdan a los tipos de rocas que puede transportar un glaciar. De hecho, recuerda, un glaciar cubrió parte del Reino Unido hace 500.000 años, y le parece «razonable que un glaciar tan grande llegara al borde de la llanura de Salisbury y quizás al Stonehenge».

Además, asegura que no hay pruebas de que los humanos transportaran esas piedras (cosa no compartida por los arqueólogos). Por eso, dice aplicar el principio de la navaja de Occam y recurre a una explicación más sencilla: esos bloques sencillamente estaban por allí cerca cuando se construyó el Stonehenge, siguiendo el mismo patrón que en otros monumentos antiguos del Reino Unido, que se levantaron usando materiales que estaban en la zona.

La explicación de los hombres

El arqueólogo Josh Pollard, investigador en la Universidad de Southampton y que forma parte del «The Stonehenge Riverside Project», ha dicho en «Live Science» que «no tenemos pruebas de que haya depósitos glaciares con grande bloques de piedra azul en alguna parte cerca del Stonehenge. Y es muy improbale que las comunidades del Neolítico hubieran sido capaces de retirar todos estos depósitos».

De hecho, Pollard y otros han encontrado restos de herramientas líticas y carbón del Mesollítico, Neolítico y Edad del Bronce en zonas de Gales donde hay rocas azules, y que podrían ser las huellas dejadas por los canteros. Además, para Pollard la forma de estas rocas, alargada y rugosa, no se corresponde con el típico desgaste de rocas erosionadas por un glaciar en las llamadas morrenas. Además algunas de las rocas del Stonehenge son, según Pollard, muy blandas como para haber sobrevivido a un glaciar.

En 2016, Barney Harris, investigador en el University College de Londres hizo un experimento. Descubrió que con solo 10 personas era posible deslizar un bloque gigantesco de roca a una velcidad de 1,6 kilómetros por hora. Solo hacía falta recubrir una pequeña senda con ramas y hojarasca. Además, comprobó que las rocas más pequeñas pudieron ser transportadas en pequeñas balsas o unidas a «cubiertas» de restos vegetales para facilitar el desplazamiento.

Al igual que se ha sugerido que ocurrió en el Antiguo Egipto, la construcción de grandes monumentos pudo ser un medio para cohesionar a la comunidad, un pretexto para hacer una celebración o mostrar el estatus social. «Estos eventos estuvieron normalmente asociados a banquetes y reuniones, y podrían haber sido lugares interesantes para conocer a potenciales parejas», ha dicho Harris.

¿Cuál será la verdad? ¿Eran los antepasados del Neolítico personas con este tipo de inquietudes? ¿O sencillamente recogieron las rocas que encontraron por la zona para erigir un monumento?

Fuente: elmundoalinstante.com

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