De Cantabria al mexicano pueblo de Metepec, las historias de sirenas bañan el folclore y artesanía de muchos lugares más allá de La Sirenita, la más popular.
Un camarero que trabaja en un hotel de la costa se dispone a servir una langosta a uno de sus clientes. Mientras se acerca a la mesa con la bandeja, no puede evitar mirar a otra joven camarera de ojos azules. Y le sonríe, con la nostalgia de quienes se conocieron mucho tiempo atrás. En otro tiempo, él fue pescador y ella sirena, habitantes de un litoral hinchado de magia, aves tropicales y muchas más estrellas. Me gusta pensar que el mundo fue así una vez y solo tenemos que rascar para descubrir todos los relatos que aún sobreviven en los lugares más insospechados. Aunque no todo el mundo opine igual, claro.
Hay quien piensa que la figura de la sirena es el resultado de tantos meses de abstinencia por parte de los pescadores que navegaban en alta mar, sumado al lejano avistamiento de leones marinos reposando sobre los islotes y las siluetas doradas que el atardecer forma sobre las olas. Sin embargo, los más fantasiosos seguimos creyendo que ni Ulises ni los asirios se equivocaban y allí, en algún lugar, estos seres de cuento siguen retando nuestra imaginación. Como guía, quizás debamos iniciar la búsqueda en los siguientes lugares del mundo que mantienen una especial relación con las sirenas.
Artesanía del pueblo de Metepec, Oaxaca (México)

Tlanchana en Metepec, México.Gobierno de México
Metepec es un Pueblo Mágico a 53 km de Ciudad de México y, por ende, bastante lejos del mar. Sin embargo, en el centro de la Plaza Juárez reposa la gran escultura marrón que representa a La Tlanchana –contracción de las palabras “agua”, “madre” y “espíritu mágico” en idioma náhuatl–, icono folclórico y principal musa de los artesanos que manipulan la arcilla y el barro en sus talleres centenarios. Según la leyenda, esta sirena habitaba en las antiguas ocho lagunas de Metepec, su temperamento podía controlar la buena o mala pesca e incluso llegó a cambiar su cola por dos piernas tras enamorarse de un pescador, ¿os suena?
Weeki Wachee Springs State Park, Florida (EE.UU)

Cartel antiguo de Weeki Wachee, en Florida.Weeki Wachee Springs State Park
El pasado verano fue el auge del ‘mermaiding’, o la moda entre los fans de La Sirenita de nadar en el mar con la misma cola que Ariel. Una práctica que ya tenía lugar en 1947, año en el que el ex buzo Newton Perry instruyó a varias jóvenes a la hora de sonreír, respirar y nadar bajo el agua. Décadas después, Weeki Wachee Springs (a 2 horas de Disney World) es lo más cercano a una fantasía hecha realidad: un parque temático que cuenta con un teatro submarino donde se realizan actuaciones y cruceros a través de un sinuoso río donde asoman las colas de mujeres que han adoptado el papel de sirena como un empleo más.
Amabié, símbolo del COVID-19, isla de Kyushue (Japón)

Amabié, la leyenda japonesa del monstruo marino que lucha contra las plagas.TKM / Alamy Stock Vector
La Sirenita, Copenhague (Dinamarca)

‘La Sirenita’ (Copenhague), foto tomada en 1937.Getty
La sirena más famosa del mundo nació de un cuento escrito por Hans Christian Andersen en 1837. La historia de Ariel, joven que entregaba su voz a una bruja a cambio de dos piernas para salir a tierra y conquistar a su amado causó un gran impacto cultural que hoy perdura gracias a La Sirenita de Disney y la famosa escultura Den lille havfrue que luce eterna en el Parque Langelinie, junto al puerto de Copenhague. Concebida a principios del siglo XX por el escultor Edvard Eriksen como encargo de la familia Jacobsen, propietaria de la fábrica de cerveza Carlsberg, la sirena de Copenhague sobrevive a pesar del historial de vandalismo que ha llevado a restaurar la estatua en incontables ocasiones.
La Sirenuca de Castro-Urdiales (España)
Nuestro país es un crisol de leyendas de sirenas alimentado por el historial naviero y los relatos de sus pescadores tras largas travesías: desde el Gaviluetu asturiano hasta las focas monje confundidas con mujeres con cola en el almeriense Arrecife de las Sirenas. Sin embargo, una de las más populares la encontramos en la historia de La Sirenuca, una joven castreña que solía mariscar en las zonas más apartadas de los acantilados, motivo que llevó a su madre a maldecirla por maniobrar en lugares tan peligrosos. Tanto regaño, que finalmente la joven se convirtió en una sirena condenada a alertar a los marineros con sus cantos celestiales.Selkies (Escocia, Islas Feroe e Islandia)
Estatua homenaje a las selkies en la Islas Feroe.Miroslaw Nowaczyk / Alamy Stock Photo
La mitología escocesa está repleta de seres mitológicos teriomorfos, es decir, la transformación de un ser humano en cualquier otro animal. Ahí tenemos las mujeres-cabra llamadas Glastaigs, duendes domésticos o criaturas como las selkies, seres capaces de cambiar de foca a humano cambiando su piel y grandes protagonistas del folclore de las islas Shetland. Recurrente en muchos cuentos locales y películas como la animada Canción del mar (2014), las selkies nacen, según antropólogos como A. Asbjorn Jon, de las almas de personas que se ahogaron. Leyendas que flotan a lo largo del Atlántico Norte hasta alcanzar las islas Feroe e Islandia.
Templos vudú de La Sirène (Haití)
Existen relatos procedentes del folclore africano que confirman la presencia de muchas sirenas de color – hola, detractores de la nueva sirenita de Disney – desde los frescos de criaturas marinas en las cuevas de Khoi-San, en Sudáfrica, hasta la presencia de Mami Wata, la ‘Diosa del Océano’ adorada en países como Togo o Benin. Representada con cola de pez, largos cabellos y una serpiente en torno al cuello, esta deidad viajó por todo el mundo durante el período de la esclavitud entre los siglos XVI y XIX dejando su estela mística en países como Haití, donde forma parte de la religión vudú bajo el nombre de ‘La Sirène’. Hoy, es posible descubrir estas trastiendas de hechizos y rituales donde la gran madre de la diáspora africana se revela de las formas más insospechadas (y temibles).
Sirena de Uzupis, Vilna (Lituania)

Sirena de Uzupis en Vilna, Lituania.mauritius images GmbH / Alamy Stock Photo
En algún lugar del mundo hay una sirena que atrae a todos los futuros residentes del distrito de Uzupis en Vilna, capital de Lituania. La prima hermana menos conocida de La sirenita de Cophenague es una escultura diseñada por el artista Romas Vilčiauskas en el año 2002 y sentada junto al río Vilnia, aprovechando los escasos rayos de sol y luciendo esa mirada triste de quien busca huir de la soledad. Tanto, que en 2004 la escultura se perdió río abajo hasta ser encontrada y restaurada. Quizás las sirenas sean curiosas, pero, al final, siempre están deseando volver al mar.