Algunos historiadores consideran que los árabes fueron los que crearon la división entre medicina y farmacia. Aunque esta separación entre las profesiones no se hizo oficial en Europa hasta 1.240, en virtud del documento firmado por Federico II de Alemania
El nacimiento tanto de la farmacia como de la medicina fue, sin lugar a dudas, el mismo y su evolución a lo largo de los siglos ha ido de la mano hasta nuestros días. Aunque no se sabe quién fue en el primer brujo, chamán, hechicero o curandero, sus funciones sanadoras aglutinaban especialidades diversas que iban desde la preparación de curas o la cirugía más salvaje hasta danzas para ahuyentar a los malos espíritus. Con el tiempo, estas dos prácticas se fueron separando, pero en muchos casos, y durante muchos siglos, médico y farmacéutico fueron una misma cosa.
Orígenes de la farmacia
Ya en la Edad Antigua cabe destacar los esfuerzos que los sanitarios de la época realizaron en el seno de civilizaciones como la surgida en la India, que desarrolló la medicina ayurveda, una medicina tradicional que tiene como objetivo la unificación de cuerpo, mente y espíritu, proclamando que la enfermedad y la salud son el resultado de la confluencia de tres aspectos principales de la existencia. Para el tratamiento de las enfermedades hacían uso de materiales como la coloquíntida o el cannabis. Uno de los tratados más importantes de esta práctica fue el “Sushruta Samhita”, que desarrolló el uso de la cirugía dentro de las prácticas médicas. El texto destaca por las descripciones de instrumentos y técnicas quirúrgicas avanzadas además de una recopilación de 1.120 enfermedades, 700 plantas medicinales, 57 preparados de origen animal y 64 preparados de origen mineral.
En el Antiguo Egipto contaron con su propio dios, Anubis. Según su mitología, la diosa Isis cultivaba plantas medicinales y transmitió a sus hijos, los dioses Horus y Anubis, sus inquietudes y conocimientos, convirtiéndose ambos en los proveedores de medicamentos. Su trabajo era supervisado por Thot, dios de la sabiduría, escritura, música y creador de la medicina, también llamado “Pha-ar-maki”. La medicina y la farmacia se enseñaban a los sacerdotes en las “casas de la vida” de los templos. Allí, los sacerdotes preparaban y almacenaban los medicamentos.
En Grecia se tomaron el ámbito farmacéutico bastante más en serio, al menos en lo que se refiere a la mitología. Ya que aunque la ciencia griega bebía de la egipcia y la babilónica, también formó sus propias creencias. Para Hipócrates, por ejemplo, las enfermedades eran causadas por un desequilibrio entre los cuatro humores del cuerpo (bilis, atrabilis o bilis negra, sangre y flema) y los medicamentos debían restablecer dicho equilibrio. En esta época aparece el personal especializado en la preparación de medicamentos, entre los que se encontraban los pharmacópolas, que comercializaban plantas medicinales, los rizótomos, que las recolectaban, y los asclépides, que eran los encargados de suministrar esos remedios a los médicos de los templos. Por otro lado, en los gimnasios, los medicamentos eran preparados y dispensados por el gimnasiarca, el precursor de las primeras farmacias.
En la Edad Media el retroceso en las ciencias y las artes fue enorme. El culto a lo divino como herramienta de sanación siguió vigente con el cristianismo. Sin duda, la máxima expresión de la relación entre salud y divinidad se dio en esta época. Había casi tantos santos a los que rezar como enfermedades, y solo los más privilegiado podían hacerse con una reliquia de alguno de ellos, un remedio “infalible” para la sanación. Los reductos culturales de esta práctica por antonomasia fueron los monasterios y conventos. Muchas órdenes religiosas tenían en sus recintos zonas en las que los monjes boticarios preparaban medicamentos y cultivaban plantas medicinales.
Los únicos que se salvaron de la depresión cultural que supuso la caída del Imperio Romano, fueron los musulmanes asentados en el sur del continente europeo desde el año 711. Que desarrollaron y mejoraron las teorías científicas tanto de la antigüedad como del momento sin importar su procedencia, alcanzando cotas del saber nunca vistas en Europa hasta el Renacimiento.
Algunos historiadores consideran que los árabes fueron los que crearon la división entre medicina y farmacia. Aunque esta separación entre las profesiones no se hizo oficial en Europa hasta 1.240, en virtud del documento firmado por Federico II de Alemania. Es la Carta Magna de la profesión e indicaba las normas que los farmacéuticos debían cumplir, regulaba la preparación de medicamentos y sus precios.
En el Renacimiento se produce una explosión del conocimiento humano donde todo, salvo la religión, se empezó a cuestionar en el mundo de la ciencia. Un claro ejemplo lo encontramos en el suizo Paracelso, que cuestionó las teorías de Galeno, uno de los investigadores médicos de la Edad Antigua cuyo pensamiento dominó la medicina europea a lo largo de más de mil años en campos como la anatomía, la fisiología, la patología, la farmacología y la neurología. Paracelso, implantó el concepto “yatroquímica”, que defiende la química como terapia de sanación, un concepto que revolucionó la farmacia que hasta entonces había estado basada casi en su totalidad en remedios naturales.
A medida que fueron pasando los años, la medicina evolucionó y, de forma paralela, lo hizo la farmacia. Los medicamentos empezaron a enriquecerse con las nuevas materias primas traídas de América. Aunque no fue hasta 1.899 cuando se empezó a vender el primer medicamento en pastillas, la Aspirina, el pistoletazo de salida a la farmacéutica moderna.
La farmacia más antigua
Aunque es en el año 1.221 cuando se tiene constancia de la primera farmacia de Europa, creada por los frailes dominicos en el convento de Santa María Novella en Florencia, no venderían al público hasta cuatro siglos después. En 1.658, tras el éxito de elaboraciones como Aqua di Santa Maria Novella, un perfume que les encargó Caterina de Medici en 1.533 para llevarlo en su boda, Olio da bagno o Aqua di lavanda, deciden abrir el establecimiento.
Por tanto, la única farmacia de la que hay documentación sobre su origen y cuyos datos parecen ser más fiables, se encuentra en España. Este emplazamiento está ubicado más concretamente en el municipio de Llivia, en la provincia de Gerona. La farmacia “Esteve de Llivia”, fue fundada a principios del siglo XV y hoy en día es un museo donde se pueden observar una gran colección de cajas renacentistas con retratos de santos y personajes, además de potes de los siglos XVI y XVIII y un armario barroco tallado por Josep Sunyer en la época en la que la familia Esteve se hizo cargo de la farmacia, y que mantuvo durante siete generaciones. Así como una biblioteca, instrumentos de laboratorio, drogas antiguas, preparados, recetarios y una interesante colección de albarelos, unos recipientes de cerámica de forma cilíndrica que usaban los boticarios para almacenar drogas y preparaciones sólidas.