¿Será que puede el mundo quedarse sin el oxígeno que respiramos?

La preocupación por una posible disminución de los niveles de oxígeno en la atmósfera ha sido un tema recurrente en el ámbito científico y ecológico.


La atmósfera terrestre es una mezcla de gases esenciales para la vida, siendo el oxígeno uno de los más importantes. Representa, aproximadamente, el 21% de la composición atmosférica, y su presencia es fundamental para la respiración de los seres vivos y para mantener el equilibrio de muchos procesos químicos en la biosfera.

Calcular la cantidad exacta de oxígeno que hay en la atmósfera es como intentar contar todas las estrellas del firmamento, resulta verdaderamente imposible. Y es que la atmósfera no tiene un límite definido y, además, la cantidad de oxígeno puede variar en diferentes regiones y alturas.

Por otra parte, la cantidad de oxígeno atmosférico no siempre ha sido la misma, ha variado a lo largo de la historia de la Tierra. Por ejemplo, durante la Gran Oxidación, hace unos 2.400 millones de años, la concentración aumentó drásticamente.

De manera lamentable, actualmente la situación se ha invertido, actividades humanas como la deforestación y la quema de combustibles fósiles pueden influir –a la baja– en la cantidad de oxígeno disponible.

El gran misterio: ¿de dónde vino el oxígeno?

Hace unos 3.500 millones de años nuestro planeta era un lugar hostil, lleno de volcanes y sin rastro de vida, al menos tal y como la conocemos actualmente. Fue en ese momento unas bacterias oceánicas –las cianobacterias– comenzaron a realizar un proceso extraordinariamente increíble: la fotosíntesis.

La fotosíntesis es un proceso sobradamente conocido, durante el cual, utilizando la energía del sol determinadas células son capaces de convertir el dióxido de carbono y el agua en glucosa y oxígeno.

Al principio, este oxígeno reaccionaba con otras sustancias, pero con el tiempo, empezó a acumularse en la atmósfera, lo cual ha permitido la biodiversidad del planeta Tierra.

¿Es posible quedarnos sin oxígeno?

Imaginemos por un momento que el oxígeno es como una cuenta bancaria: vamos sacando dinero (respirando) al tiempo que alguien tiene que estar ingresándolo (produciéndolo) para que no nos quedemos en números rojos. Ese misterioso banquero del oxígeno tiene un nombre, son las plantas, las algas y las cianobacterias.

Desde hace algún tiempo en la ecuación del oxígeno de la atmósfera se ha incluido un invitado no deseado: el calentamiento global. Al quemar combustibles fósiles, estamos liberando grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que dificulta que las plantas realicen la fotosíntesis y produzcan oxígeno. Además, el aumento de la temperatura está provocando que los océanos absorban menos dióxido de carbono, lo que agrava aún más el problema.

Una disminución significativa en los niveles de oxígeno atmosférico tendría consecuencias devastadoras para la vida en la Tierra. Las especies que dependen de la respiración aeróbica, incluidos los humanos, se enfrentarían a serios problemas de supervivencia.

Incluso una reducción moderada en la concentración de oxígeno podría afectar la salud humana, especialmente en aquellas personas que viven en áreas de gran altitud, donde el oxígeno ya es más escaso.

La solución es clara pero compleja: debemos cuidar nuestro planeta. Es mandatorio reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, plantar más árboles, proteger los océanos… con estas acciones conseguiremos asegurar el futuro de nuestro planeta.

elmundoalinstante.com

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