¿Podrían ser de madera las ciudades del futuro?

Sustituir acero y hormigón por madera ahorraría más de 100 000 millones de toneladas de carbono a la atmósfera. Pero ¿qué hay del riesgo de incendio?


La población mundial ya supera los ocho millones de personas, de los cuales más de la mitad vive en ciudades. Para el año 2100, se espera que la proporción sea aún mayor. Para alojar a todas las personas que se muden del campo a la ciudad, sin duda hará falta construir nuevos edificios y mejorar los que ya existen. Pero, si se siguen fabricando a partir de acero y hormigón, la huella de carbono supondrá entre el 35 y el 60 % de lo que el planeta se puede permitir si quiere limitar el calentamiento global.

Por fortuna, existe una alternativa: construir casas de madera. Sustituir los materiales tradicionales por madera podría ahorrar más de 100 000 millones de toneladas de emisiones de CO2, según mostró un estudio publicado en Nature Communications. Es decir, se ahorraría en torno al 10 % de la cuota de emisiones permitida para no superar los 2 ºC de calentamiento.

Alcanzar una temperatura global de 2 ºC por encima de los niveles preindustriales podría ser incluso demasiado, ya que las últimas recomendaciones instan a mantenerse por debajo de 1,5 ºC para contener el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos, favorecer la seguridad alimentaria y la capacidad de adaptación. Pero otros estudios recientes sugieren que el sector de la construcción es de los más importantes y de los más difíciles de descarbonizar, y un ahorro de 100 gigatoneladas (es decir, 100 000 millones de toneladas) de CO2 no es nada desdeñable.

Un material sostenible

Efectivamente, el hormigón y el acero son materiales altamente contaminantes. En el proceso de producción, emiten gases de efecto invernadero tanto directamente (como cuando se calcina la caliza para fabricar el cemento) como indirectamente (debido a la electricidad que se necesita para producirlos). Sin embargo, la madera es un material sostenible que tiene una huella de carbono menor que casi cualquier otro material comparable. El dióxido de carbono que absorben los árboles se almacena en la madera, y una parte se preserva al utilizarla como material de construcción. Por eso los edificios de madera constituyen sumideros de carbono duraderos.

El estudio analiza cuáles serían las consecuencias de pasar a construir edificios de madera a gran escala. Utiliza una simulación por ordenador y se centra en el impacto sobre el uso del terreno, las emisiones asociadas a este cambio y el almacenamiento de carbono en los productos de madera recolectada. Para calcular la diferencia en emisiones, compara cuatro escenarios posibles: uno donde se sigue construyendo con acero y hormigón como hasta ahora, y tres más donde estos materiales se sustituyen por madera en diferentes porcentajes. También analizan cómo se gestionaría la demanda adicional de madera en estos escenarios y los posibles cambios asociados en emisiones indirectas de gases invernadero.

Dos líneas rojas

La primera conclusión es que la producción de alimentos no se vería comprometida. En el escenario donde la madera reemplaza al 90 % de los materiales actuales, el equipo investigador calcula que se necesitarían unos 140 millones de hectáreas para plantar los árboles necesarios, y afirma que no sería necesario invadir terrenos agrícolas a este efecto.

Existe otra línea roja que, según el equipo científico, no se puede cruzar: los nuevos árboles modificarían los ecosistemas de su entorno. Por tanto, si no se pone cuidado en cómo y dónde se plantan, se podría producir una gran pérdida de biodiversidad. Por eso, en los modelos computacionales siempre marcan un límite que evita la tala de árboles en bosques intactos y en áreas de conservación de la biodiversidad.

Con todo, el impacto negativo de las nuevas plantaciones en áreas naturales no protegidas podría extenderse más allá de su entorno inmediato. Por eso, en la simulación también se excluyen estas zonas. Los bosques fronterizos, las regiones con alta biodiversidad y cualquier terreno que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza tenga en su punto de mira se prohíben expresamente.

¿La casa en llamas?

Pero, como sugiere cualquier chimenea u horno de leña, ¿es seguro construir casas de madera? El estudio solo hace una breve mención a los incendios, citando otro trabajo para justificar que la madera que se utiliza para la construcción es resistente al fuego en líneas generales, y no cuantifica el impacto en emisiones de los posibles incendios en edificios de madera frente a otros materiales. Sin embargo, efectivamente el problema no es tan grave como podría parecer.

Por un lado, una plancha gruesa de madera no se consume entera cuando asalta el fuego: el exterior se calcina y protege a la parte interna de las altas temperaturas. Por eso, los edificios de madera no colapsan fácilmente si se incendian. En cambio, si los elementos estructurales de la casa, como las vigas, son finos, el riesgo de que un incendio la destruya es mucho mayor. Además, aunque el hormigón y el acero no son inflamables, se vuelven mucho más endebles que la madera a medida que la temperatura sube, por lo que el riesgo de colapso existe también con los materiales tradicionales.

Además, un informe en Reino Unido mostró que los fuegos no se expanden más fácilmente en un edificio de madera que en uno fabricado con otros materiales: en los datos entre 2009 y 2012 no se aprecian diferencias en el alcance de los fuegos en cada tipo de edificio. Por último, una medida barata y muy útil es la instalación de aspersores en los edificios. Los aspersores no solo previenen muertes, sino que llegan a disminuir los daños materiales ocasionados por un incendio (que también tienen un impacto ecológico asociado) en un 80 %.

¿Viviremos en ciudades de madera? Quizá este estudio no sea suficiente para inspirar un movimiento generalizado, pero analizar el impacto global de los materiales de construcción es, sin duda, un paso necesario para encontrar nuevas maneras de combatir la crisis climática.

Las condiciones en las que crecen los árboles podrían variar si la temperatura global aumenta, y eso podría tener un impacto en la viabilidad de la madera como material de construcción. El estudio no tiene en cuenta este factor para realizar la simulación. Sin embargo, sí indica que, si no hay desajustes catastróficos, un aumento moderado del CO2 y de la temperatura podrían incluso favorecer el crecimiento de los árboles en bosques templados y boreales.

elmundoalinstante.com

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