Esta silla de oficina se mueve a 20 km/h, tiene faros y un sensor de colisión

Incluye todos los agregados que tiene un auto convencional, incluyendo cargador USB y llantas para darle mejor adherencia; la diseñó la filial noruega de Volkswagen


Es un delirio, pero queremos una: es una silla de oficina capaz de moverse a 20 kilómetros por hora. El número puede parecer bajo para un vehículo, pero teniendo en cuenta que se trata de un asiento (y no de una bici o monopatín) pero en realidad es un montón.

Por supuesto, tal velocidad implica un riesgo, y por eso su fabricante le puso cinturón de seguridad, control de velocidad y dirección, bocina, parlantes e incluso llantas para darle una mejor adherencia a la silla.

Y hasta tiene sensores de colisión (no está claro si evitará que una rodilla impacte contra la pata de una mesa, o algo así), cámara trasera para ver el camino cuando se va marcha atrás, luces integradas en los antebrazos, cargador USB y hasta una guantera para poner la notebook.

La batería le permite una autonomía de 12 kilómetros, que no parece mucho, pero teniendo en cuenta que solo circulará por los pasillos de una oficina, debería ser suficiente.

La silla fue diseñada por la filial noruega de Volkswagen y no está, lamentablemente, a la venta. Más bien, la automotriz alemana quería ver cuántos elementos de un auto convencional podía incorporar a la silla.

Y se inscribe en una larga historia de dispositivos promocionales, en los que ya han incurrido sus competidores. Por ejemplo, hace unos años Ford diseñó una cucha para perros con cancelación de ruido; antes, una cuna que se mece con la suave vibración de un auto (que arrulla a los bebés en su andar, como saben muchísimos padres).

En 2016 fue Nissan la que usó esta idea para crear unas sillas que se estacionaban solas alrededor de una mesa, una forma de promocionar el sistema de estacionamiento inteligente que integraban sus nuevos autos.

Así, la silla motorizada de Volkswagen será, por ahora, solo un concepto; pero quizás sirva de inspiración para que alguien le agregue velocidad controlada (y algo de vértigo, por qué no) a la oficina, en reemplazo del clásico y analógico gesto de empujar con ambos pies sobre la alfombra para impulsar una silla con rueditas en sentido opuesto, homenajeando cada vez a la tercera ley de Newton, aquella que describe el principio de acción y reacción entre objetos.

elmundoalinstante.com

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