¿Sabes qué es la gentrificación?

La gentrificación se produce cuando una zona se vuelve atractiva para las clases con un mayor poder adquisitivo, que se instalan en ella cambiando su fisionomía urbana


La gentrificación es un concepto que nos ayuda a entender las transformaciones recientes de los centros urbanos. Así, esta idea tiene un interés evidente para la geografía y para las ciencias sociales. La Fundéu BBVA define “gentrificación” como el proceso mediante el cual la población original de un barrio o sector, generalmente céntrico y popular, es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor.

En este artículo analizaremos qué es y por qué ocurre la gentrificación. Una idea cuyo uso solía estar ligado al ámbito académico, pero que ahora podemos escuchar en cualquier debate sobre urbanismo. Así, estudiaremos su origen y sus argumentos a favor y en contra.

Origen del término, ¿por qué ocurre la gentrificación?

La socióloga británica Ruth Glass crea en 1964 el término “gentrificación” para denominar las alteraciones del mercado de la vivienda en algunas áreas de Londres, como consecuencia de la llegada progresiva de población de clase media y alta hasta barrios que, hasta entonces, habían sido obreros. Así, la autora escoge este término por su derivación de gentry, que se refiere a la burguesía y a la nobleza británicas.

Desde entonces, este concepto se ha extendido y popularizado. En concreto, porque este fenómeno se ha producido en diferentes ciudades del mundo, como Londres, París o Barcelona. Observamos que la gentrificación se produce cuando una zona se vuelve atractiva para las clases con un mayor poder adquisitivo, que se instalan en ella cambiando su fisionomía urbana.

Este fenómeno se ha acelerado en la actualidad debido a diferentes factores, como el turismo y la especulación inmobiliaria. Podemos entender la gentrificación como un fenómeno consustancial al desarrollo de las ciudades. Un desarrollo que convierte zonas deprimidas o de rentas bajas en barrios “de moda”.

Ejemplos de estos fenómenos son los barrios madrileños de Malasaña y Chueca. Zonas céntricas que eran el hogar de familias de clase media-baja y que debían soportar tragedias derivadas de la droga y de la delincuencia. Sin embargo, durante la década de 1990, sus vecinos observaban atónitos la transformación y el encarecimiento de sus viviendas. Así, con la hipsterización del barrio, muchos de estos residentes se vieron obligados a marcharse a barrios periféricos.

La turistificación

Una forma especial de gentrificación es la turistificación. Esto se da cuando no solo se sustituye un sector poblacional por otro, sino que también se da un cambio en el uso: de residencial a turístico. En este contexto, son relevantes plataformas como AirBnB, que han generado nuevas oportunidades especulativas que impulsan el alza de precios de la vivienda y el alquiler.

Este proceso ha llegado a generar turismofobia. Una “fobia” que deriva de la salida de población y la entrada de no población. Un fenómeno que amenaza con generar espacios urbanos tematizados, desprovistos de las cualidades básicas para el residente estable o de las condiciones de descanso mínimas.

La situación es especialmente grave en algunas zonas turísticas en las que los profesionales encuentran dificultades para alojarse cerca de su lugar de trabajo.

Argumentos a favor y en contra de la gentrificación

En primer lugar, es importante tener en cuenta como, gracias a la gentrificación, los vecindarios previamente deteriorados terminan por modernizarse. Del mismo modo, a través de este proceso se facilita la llegada de nuevos residentes con una mayor capacidad adquisitiva y nivel de estudios que los residentes tradicionales.

Estos nuevos residentes tienden a mejorar el paisaje físico del barrio, iniciando un círculo que moderniza toda la zona. Por otro lado, mucho niños que han nacido un barrio en fase de gentrificación crecen dentro de un vecindario que sufre menor pobreza.

Finalmente, la gentrificación puede incrementar el número de viviendas disponibles, acomodando a nuevos residentes sin necesidad de ahuyentar a los vecinos tradicionales.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la población original del barrio, verdaderamente, no sale de la pobreza. De hecho, en la mayor parte de los casos se trata de personas que solo ven aumentada su “tristeza” por tener que abandonar su barrio.

El proceso habitualmente crea un vacío social en el que no opera ningún sistema social y económico. De hecho, la reducción de la pobreza o el ingreso a la universidad de los jóvenes de clases populares no suelen ser posibles si estos tienen que marcharse.

Cabe mencionar cómo gran parte de las clases populares no son propietarias de sus viviendas, sino que viven de alquiler. Así, no se benefician de su revalorización, aunque esta esté ocurriendo.

elmundoalinstante.com

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