Espacio aéreo en suspenso

  • La situación de guerra en el este de Europa, por la invasión rusa a Ucrania, también ha traído consecuencias negativas para la operación de aeronaves civiles comerciales, por el cierre del espacio aéreo en varias zonas de Europa, sobre todo en un momento cuando las aerolíneas comienzan a recuperarse de las pérdidas por motivo del covid19.

La definición de espacio aéreo indica, entre otras cosas, que es una zona controlada por una autoridad aeronáutica de un país con el objetivo de facilitar la navegación aérea de los aviones que lo utilizan, sea por sobrevuelo del territorio en cuestión, o como vía para llegar a destino o despegar hacia otro país.

En un espacio aéreo definido se han trazado líneas imaginarias, que son las rutas aéreas autorizadas y controladas desde tierra. La tecnología satelital ha permitido que dicho espacio aéreo sea aprovechado al máximo, en términos de cantidad de aviones que lo pueden volar simultáneamente, a diferentes altitudes y con la separación debida, de forma segura y eficiente.

En pocas palabras, el espacio aéreo es la zona que permite el desarrollo ordenado y seguro del transporte aéreo, para llegar del punto A al punto B sin contratiempos. Los servicios de tránsito aéreo (ATS) y su personal trabajan coordinados y en comunicación constante con los pilotos para hacer del espacio aéreo una zona segura para operar y, gracias a la tecnología en tierra y en las aeronaves, se puede mantener el seguimiento de cada avión y su ruta autorizada.

Un ejemplo de lo anterior es la denominada Región de Información de Vuelo (FIR, por sus siglas en inglés, Flight Information Region). Cada país administra su propio FIR y, en el caso de vuelos civiles comerciales que deban sobrevolar su territorio, o su destino sea una ciudad del mismo país, este se compromete a prestar los servicios de control de tránsito aéreo -TWR torre de control, APP aproximación, ACC ruta, por ejemplo- para garantizarle a las aeronaves un paso seguro por su espacio aéreo.

Cuando ocurre un conflicto bélico en una zona en particular, generalmente los vuelos de aeronaves civiles son prohibidos dentro de la zona delimitada, y son los servicios de tránsito aéreo los encargados de suministrar esta información, por medio de un mensaje conocido como NOTAM (Notice to Air Mission/Air Men – Aviso a las Misiones Aéreas /Aviadores).

Obviamente, el factor seguridad es el motivo principal, porque la vida de civiles inocentes está en juego, así como es importante también el resguardo del activo, en este caso, la aeronave. Un ejemplo: el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, que operaba un Boeing 777-200ER en la ruta Amsterdam-Kuala Lumpur el 17 de julio de 2014, y que fue derribado por un misil en el espacio aéreo que coincide con el este de Ucrania, que, ya sabemos, no ha dejado de ser lugar de noticias infortunadas.

En este momento, el espacio aéreo de Ucrania y zonas aledañas, está obviamente cerrado al vuelo de aeronaves civiles. Ello afecta a las aerolíneas que tenían servicios regulares hacia/desde Ucrania y, en segundo lugar, a las que, por su plan de vuelo habitual, sobrevolaban la zona ahora en conflicto para llegar a otros destinos, especialmente las que regularmente vuelan entre Europa y Asia Central, y más allá.

Varios países de Europa, además de Estados Unidos y Canadá, han cerrado sus espacios aéreos a la aviación rusa, como muestra de oposición a la invasión iniciada por Rusia, que a su vez ha respondido de manera recíproca cerrando su espacio aéreo a aerolíneas europeas y estadounidenses.

Ahora, las aerolíneas que operan en Europa se ven obligadas a trazar nuevas rutas y desvíos, que agregan horas de vuelo y consumo de combustible a la operación, haciéndola más costosa, en un momento sensible de recuperación económica de muchas empresas aéreas. Súmele a ello el aumento súbito del precio del combustible, producto de la misma situación de guerra.

Al mismo tiempo, la aviación civil rusa se encuentra ahora muy limitada en sus operaciones internacionales, porque le han cerrado buena parte del espacio aéreo a su alrededor, con el agravante de que las empresas arrendadoras de aeronaves han manifestado la terminación de sus relaciones comerciales con las aerolíneas de ese país. Solo Aeroflot tiene más de 150 aviones en calidad de arrendamiento; algo que también puede tener consecuencias legales importantes, porque Rusia ha asomado la idea de no devolver dichos aviones en el plazo estipulado, contrario a los convenios y acuerdos en la materia, sentando un precedente que afectará la credibilidad del negocio.

Lamentablemente, un nuevo conflicto bélico pone en jaque a la población civil, y afecta sus actividades diarias de manera dramática, porque se ve obligada a desplazarse y dejar atrás su hogar para resguardar su vida. La incertidumbre se mantiene porque, en el caso presente, no hay solución a la vista en el corto plazo. Tampoco lo hay para la aviación civil del este de Europa, que también es víctima por el cierre del espacio aéreo.

La sensatez debe regresar -lo antes posible- y buscar de alguna manera la siempre anhelada y frágil paz, pero paz al fin, por el bien de los habitantes de las zonas en conflicto y del futuro de esa región.

Luis Manuel Vargas M.
Comunicador Social. UCAB 92. CNP #7761
@aeroconexion

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