Siete poderosas razones para descubrir Terres de L’Ebre

El río Ebro recorre un territorio entre la montaña y el Mediterráneo en el que la sostenibilidad es mucho más que un reclamo turístico.


El río Ebro llega a estas tierras del sur de Cataluña sin prisas, marcando en el paisaje marismas, arrozales, lagunas y meandros como si, intentado lo inevitable, no quisiera llegar nunca al Mediterráneo. A su paso, el río se convierte en el auténtico eje vertebrador del territorio, le da esencia y color.

Nada sería igual sin él en las comarcas del Baix Ebre, el Montsià, la Terra Alta y la Ribera d’Ebre, que quedan englobadas bajo el sello turístico de Terres de l’Ebre. Se trata de uno de los territorios más inexplorados de Cataluña. Sin embargo, sus comunicaciones hacen fácil llegar hasta aquí desde Barcelona o Valencia.

Aguarda al viajero todo un universo en el que aventurarse. Sin duda, un destino ideal para los amantes de la naturaleza, del turismo activo y de los deportes que fue declarado en 2013 Reserva Natural de la Biosfera por la Unesco. No quedó ahí la cosa, gracias al esfuerzo por poner en valor las cualidades medioambientales del territorio, a finales de 2019 Terre de l’Ebre recibió el sello TOP 100 como uno de los destinos más sostenibles del mundo por parte de Global Green Destinos.

¡A PEDALES!

Nada en este enfoque medioambiental y de sostenibilidad territorial tendría sentido si no se hubiera potenciado como requiere una de las mejores formas para descubrir la diversidad paisajística de Terres de l’Ebre: la bicicleta. Más de 1.000 kilómetros de caminos y carreteras poco transitadas y una Vía Verde con 49 kilómetros de las más disfrutonas de Cataluña. Destaca por su belleza la ruta de la Terra Alta (27 km), que va desde Arnes a Pinell de Brai, y la sección que transcurre por la comarca del Baix Ebre, con parada imprescindible en la antigua estación del ferrocarril en Benifallet. A partir de la capital del Baix Ebre, es posible llegar por el camino natural que une Tortosa con el Parque Natural del Delta del Ebro, hasta el mar.

La gran oferta de kilómetros para recorrer a pedales hace que las opciones cubran desde las más familiares y fáciles, como la ruta de 26 kilómetros de las lagunas, en el Parque Natural del Ebro, hasta la ascensión al Mont Caro, para ciclistas experimentados que no le tengan miedo a rampas del 15 % de desnivel. Entre una y otra, todo un mundo para subirse a la bicicleta y no bajarse hasta llegar al hotel.

O CAMINANDO…

El sendero GR 92, el de mayor recorrido del Mediterráneo que va de Cataluña hasta Andalucía, resigue el litoral de Terres de l’ Ebre, convirtiéndolo en una increíble oportunidad para sumar naturaleza y deporte. Siguiendo algunos de los tramos que antiguamente usaron tanto piratas y contrabandistas como lugareños que acortaban así de un pueblo a otro, aparece un universo de calas y rincones solitarios donde abunda el aroma de la resina de los pinos y de la sal del mar. Uno de estos tramos que goza de mayor popularidad es el que conecta l’Ametlla de Mar con l’Ampolla. Se trata de un itinerario de baja dificultad, de unos 16 kilómetros de extensión que se puede hacer en familia.

Además, hay hasta medio centenar de itinerarios para disfrutar del senderismo. Desde la Ruta dels Estels del Sud, que cruza el macizo de Els Ports, a los recorridos por la Sierra de Montsià -con la Roca Foradada como principal reclamo natural-, pasando, claro está, por algunas etapas del GR-99, el Camino Natural del Ebro.

UNA COSTA PARA SIBARITAS…

L’ Ametlla de Mar es el municipio tarraconense donde los entendidos miran a la hora de encontrar un rincón playero donde pasar un apacible día. “Los caleros”, así se les conoce a los lugareños por disfrutar de una auténtica galaxia de calas recónditas que guardan algunos de los kilómetros de litoral catalán menos alterados. Hacia el norte del municipio, aparece Cala Forn, un espectáculo de aguas turquesas escoltada por Cala de Santa Jordi y Cala Vidre, por un lado, y por la Playa del Torrent del Pi, un pequeño paraíso naturista y Cala Mosques por el otro.

Hacia el sur, etapas del GR 92 llevan a otras muchas calas hasta pasar Cap-Roig y llegar a l’Ampolla. A partir de aquí, algunas de las playas más singulares están en el interior del Parque Natural del Delta del Ebro, con la Marquesa y el Fangar como la joya de la corona playera del lugar. Alcanar será el destino para aquellos que busquen los arenales más meridionales de Cataluña. Más allá, son tierras de Castellón.

Y UN COLLAGE DE PARAJES NATURALES

Observar Terres de l’Ebre a vista de Google Maps revela tal diversidad de paisajes que diríase más un collage artístico que un territorio. Aquí caben desde zonas escarpadas y rotundas como las protagonizadas por el Parque Natural Els Ports a, todo lo contrario, erosionadas y llanas como las del Parque Natural del Delta del Ebro, pasando por grandes extensiones de tierras cultivadas que beben del río. Se trata de dos parques naturales y varias reservas naturales, como la Reserva Natural de Sebes, donde abundan álamos y encinas, o la Reserva Natural Riet Vell.

Mucho se ha escrito del Parque Natural del Delta del Ebro. No en vano, se trata tal vez del atractivo más popular de Terres de l’Ebre. Sus dunas, los paisajes de arrozales, su diversidad ecológica o sus playas, lo convierten en todo un deseo viajero. Pero es que el Parque Natural Els Ports no se queda mucho más atrás. Este parque guarda en su haber muchas sorpresas naturales, como uno de los hayedos más meridionales de Europa o el barranco de la Vall de l’Infern y el de la Coscollosa. Imprescindible, el mirador de las Roques de Benet, una de las formaciones montañosas más emblemáticas del parque.

ENTRE PÁJAROS ANDA EL JUEGO

Terres de l’Ebre ha hecho del turismo ornitológico todo un emblema. Desde los flamencos de la Punta de la Banya hasta los buitres de las montañas de Els Ports, el birdwatching atrae a viajeros de todo el mundo que buscan aunar la belleza del paisaje con el estudio de los centenares de diferentes especies de aves que se distribuyen a lo largo del curso del río, las lagunas del Parque Natural del Delta del Ebro, en Horta de Sant Joan o en Rasquera. Aves fascinantes como la rara gaviota de Audouin, que se reproduce en el Delta del Ebro, el águila perdicera y el búho de las montañas o el iba negra se ponen a tiro de los prismáticos de aficionados de todo el mundo. En el mapa de Terres de l’Ebre hasta 8 itinerarios distintos que se adentran por tierras del Parque Natural del Delta del Ebro, Els Ports, las sierras de Cardó y Boix, la Reserva de Sebes y la Terra Alta hasta la desembocadura del río Matarraña.

‘FRUITURISMO’ Y OTROS PRODUCTOS QUE LLEVARSE AL PALADAR

Estas son tierras largamente trabajadas a lo largo de su historia. Nutridas por el Ebro, ha habido un perfecto equilibrio entre la conservación y la explotación fomentando una agricultura muy arraigada en el territorio. La agricultura tiene siempre una doble vertiente: está la eminentemente práctica, pero también está la estética. Esta última ha alcanzado una gran popularidad los últimos años cuando llega la floración, llenándose de colores las huertas a lo largo de toda la ribera del río. Los campos del sur de la comarca se han convertido en todo un destino según el calendario de floración: almendros, melocotoneros, ciruelos, y cerezos son los protagonistas.

Este espectáculo suele ocurrir entre los meses de febrero y abril, pero hay otros productos agrícolas que se convierten en protagonistas a lo largo del calendario. No hay que olvidar que Terres de l’Ebre cuenta con la D.O. Terra Alta y comparte la D.O. Montsant, justo en la frontera con El Priorat. Por supuesto, el arroz del Delta del Ebro, de los mejores de España, se convierte por sí solo en un destino que justifica cualquier viaje a estas tierras.

UN FIRMAMENTO GASTRONÓMICO

Terres de l’ Ebre cuenta con un buen puñado de restaurantes donde poder degustar los sabores más originales. No podía ser de otro modo con tal variedad y calidad de productos que se encuentran en las comarcas. Una cocina con esencia propia y reconocimiento entre los foodies de todo el mundo que tienen marcado en su propio mapa de deseos viajeros tres restaurantes míticos con estrella Michelin: El Torreó de l’Indià, del Hotel Villa Retiro de Xerta, en el Baix Ebre, y los restaurantes Les Moles y el Antic Molí d’Ulldecona, en el Montsià. Sus respectivos chefs han situado el producto de proximidad como principal clave en sus cocinas y de paso, a Terres de l’ Ebre como uno de los destinos gastronómicos más interesantes de España.

FOTOS: TURISME TERRES DE L’EBRE

National Geographic

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