Volar o no volar en pandemia

  • A un año del brote del virus Covid-19, nos encontramos con un sector aéreo disminuido por la inactividad en la cual se vio obligado a entrar, como consecuencia de las medidas de prevención iniciales para evitar la propagación de semejante plaga. 
  • Las restricciones de viaje continúan a pesar de las medidas de bioseguridad implementadas en aeropuertos y en aviones, y de las recomendaciones de la OACI, IATA y OMS a favor de facilitar los vuelos. 
  • Las aerolíneas necesitan recuperar su fortaleza económica, para ser un negocio viable en el corto y mediano plazo, pero los gobiernos y sus autoridades aeronáuticas en general se muestran reticentes a dar los permisos necesarios.

El camino ha sido largo, tortuoso, y de mucho aprendizaje. En el caso de las aerolíneas, las que han podido mantenerse en pie a la fecha, siguen un período de adaptación y supervivencia dignas de alabanzas, muy a pesar de las continuas limitaciones de viaje que continúan vigentes en buena parte de los mercados aéreos.

A medida que se sabe más del virus y sus peligros, es claro que la aviación no es factor de propagación del mismo, pero aún persisten las restricciones de parte de gobiernos y autoridades locales, que ven una amenaza en el traslado de las personas de una ciudad a otra. Al mismo tiempo, la vacuna es una realidad, pero apenas está comenzando su distribución en algunos países.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que el proceso de vacunación de toda la población mundial tomará mucho tiempo; más allá de 2021 con seguridad. Por lo pronto, hay que seguir con la terna de recomendaciones básicas: distanciamiento social, uso de tapabocas, y limpieza constante de las manos. Así, el año que transcurre no será muy diferente al anterior.

En este contexto, visto que no se ha comprobado que la actividad aérea sea parte culpable de la pandemia, es necesario que los gobiernos reconsideren las medidas restrictivas que han impuesto en sus países, y hagan más esfuerzos para autorizar más vuelos, sin timidez o aversión.

En el caso particular de Venezuela, el reinicio vacilante de las actividades aéreas y apertura de aeropuertos no ha sido el esperado por los diferentes operadores aéreos del país o por el sector turismo. Pocos aeropuertos abiertos a nivel nacional. Apenas cinco destinos internacionales autorizados desde/hacia el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, y frecuencias insuficientes para la demanda que está ahí en la forma de reclamos y peticiones de apertura de más vuelos por parte de personas que necesitan trasladarse a sus hogares, desde tantos destinos, dentro y fuera del país. Por su parte, las aerolíneas han demostrado que siempre están listas para operar de manera expedita y segura, si se les permite.

Después de nueve meses de aviones en tierra y pérdidas económicas considerables, quienes apuestan al desarrollo de la aviación solo desean volver a volar, y prestar el servicio público que es el transporte aéreo de personas y carga. Más de la mitad del país sigue sin servicio aéreo, y los viajes por tierra no son buena opción en estos tiempos de escasez de combustible, y vías deterioradas y peligrosas.

En el plano internacional, la incomprensible desavenencia con países de la región, relacionada con la manera de aplicar los acuerdos bilaterales, mantiene en vilo a los usuarios y a las aerolíneas, que no saben cuándo se va a suspender una ruta ya autorizada, o se va a echar para atrás una decisión sobre determinado destino, con las consecuencias económicas negativas que ello representa para pasajeros con boleto en mano y operadores aéreos con asientos ya vendidos. Una situación que contrasta con otros países que, si bien también han impuesto restricciones a las aerolíneas, la cantidad de vuelos y destinos que ofrecen a sus habitantes es muy superior en comparación con Venezuela.

La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), y demás entes de similar envergadura, han pedido a los gobiernos la reapertura segura de sus fronteras aéreas, sin mayores restricciones que las impuestas por las medidas sanitarias vigentes y que siguen funcionando en todo el mundo: prueba PCR negativa y medidas de bioseguridad en aeropuertos y en aviones. Esperar que todo el mundo esté vacunado antes de abrir más vuelos, o mantener cuarentenas, no tiene sentido. Los expertos lo han declarado muchas veces.

Las aerolíneas no podrán sobrevivir mucho más tiempo, de persistir esta condición de conectividad limitada, y frecuencias insuficientes. Porque el fin comercial de una aerolínea está en operar aviones que vuelen con regularidad, no equipos estacionados en rampas o hangares.

Es momento de que las autoridades competentes tomen decisiones que beneficien a la población, no que la perjudiquen, porque esta tiene en el transporte aéreo su única tabla de salvación en tiempos difíciles.

Se espera igualmente que dichas decisiones sean orientadas a la viabilidad del negocio aéreo, privado o de gobierno, con competencia sana, más destinos autorizados, sin privilegios que perjudiquen o afecten la sana competencia, pero sí estímulos e incentivos suficientes para que el juego sea justo, y las opciones de sobrevivir económicamente la presente pandemia se multipliquen, como las ganas que tenemos todos de superar este revés y ver a las familias reunidas una vez más.

Luis Manuel Vargas M.
Comunicador Social. UCAB 92. CNP #7761
@aeroconexion
www.aeroconexion.wordpress.com
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Foto: Lei Jiang / Unsplash

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