¿Se integrarán estas soluciones en los aviones?

Algunos diseñadores han presentado propuestas para mejorar nuestra forma de viajar en el interior de un avión.


Volar cómodos y seguros es posible gracias a las propuestas que están presentando los diseñadores y compañías para mejorar nuestra experiencia a bordo, influenciados por la crisis del coronavirus y la necesidad del distanciamiento con otros pasajeros. La mayoría de las aerolíneas no ha cambiado el diseño de sus aviones desde la década de los 70, y como bien sabemos, los asientos están apretados, son fijos y no nos permiten descansar sin adoptar posiciones muy extrañas. La situación actual además requiere de algunos cambios.

Entre las propuestas presentadas recientemente se encuentra la idea del diseñador Jeffrey O’Neill, que propone un avión de dos pisos para que podamos estar separados en el avión, para evitar la propagación de virus, y estar acostados cómodamente, algo que parece un sueño irrealizable para muchos viajeros sin desembolsar grandes cantidades de dinero en la clase Business.

Obviamente O’Neill ha pensado también en la salud financiera de las aerolíneas y asegura que éstas no perderían espacio, ya que la idea se puede adaptar a las áreas existentes sin perder los asientos actuales. El precio del billete podría subir si se implementara la idea, pero ésta permite al mismo tiempo reducir los costes al eliminar de las tarifas las comidas, equipajes y otras comodidades que dejarán de ser esenciales. El diseño, llamado Zephyr, está pendiente de patente para implementarse en la clase Economy.

La firma estadounidense de diseño Teague ha desarrollado una solución temporal para viajar más seguros en época de coronavirus y en este momento se encuentra pendiente de licencia. Sin necesidad de crear aviones desde cero, el equipo de Teague propone integrar aspas de aire sobre los asientos, de forma que mantendría los gérmenes hacia nosotros mismos y dirigiría el flujo de aire hacia el suelo.

Gracias a este idea, se evitaría que cualquier germen se pueda transmitir de forma horizontal a los pasajeros vecinos y también a otras filas. Al manipular el movimiento del aire se formarían unas cortinas invisibles que detendrían la propagación del virus a bordo.

Por otro lado, la compañía británica RAS Completions ha propuesto introducir un escudo protector de bicarbonato transparente que se aplicaría a cada lado del asiento. La idea no es demasiado cara y no reduce el ancho del pasillo ni dificulta las acciones de sentarse o levantarse, ya que mantiene la mesilla plegable y los asientos reclinados perfectamente operativos.

Idea de la compañía británica RAS Completions© RAS Completions

El diseño cuenta con el respaldo de médicos del Reino Unido y espera el visto bueno de las autoridades aeronáuticas europeas en este momento, por lo que su implementación, aunque algunas aerolíneas han suscitado interés, es una incógnita.

Otra de las propuestas, presentada en sociedad por la firma italiana Aviointeriors, pretende instalar asientos de dos caras en el avión, diseñando una fila de tres sillas con el pasajero sentado en el asiento del medio mirando hacia la dirección opuesta al morro del avión.

Esta idea evitaría tener que inutilizar la butaca de enmedio. Cada asiento estaría separado por una mampara protectora que cubriría el habitáculo y permitiría tener la misma libertad de movimientos que una plaza normal, una solución que quizás es demasiado duradera, y también incómoda, para quienes viajen del revés.

Ideas hay muchas más, pero se desconoce si llegaremos a ver pronto algunos de estos inventos, ya que el sector no se encuentra en su mejor momento económicamente hablando debido a las cancelaciones de estos meses y que menos gente está volando este verano.

Pero como dice Marco Táboasexperto en turismo que ha ocupado puestos de dirección en varias empresas multinacionales de turismo y compañías aéreas, “se necesita una disrupción en el sector” que apenas ha evolucionado.

Algunas de las ideas presentadas, todavía presentan algunos defectos, dice, como el ralentizamiento del embarque, la carga de limpieza y el riesgo de que las partículas virales puedan asentarse si no se desinfectan los aviones de manera efectiva después de cada trayecto.

Para Táboas, el cambio no debe pasar necesariamente por construir un nuevo avión, sino por mejorar el proceso de embarque que nos obliga a llegar una o dos horas antes al aeropuerto, pasar por el control de seguridad y por la boarding gate, el proceso más doloroso al salir de viaje, incluso más que los asientos, creando grandes colas, y por lo tanto riesgo, además de sumar mucho tiempo.

Como dice Táboas, el proceso para subir al avión tampoco ha cambiado con el tiempo, excepto por el check-in online, que nos obliga de cualquier manera a pasar por el control de seguridad y la puerta de embarque. Para el experto, el cambio para viajar más cómodos y seguros, debe comenzar aquí en primer lugar.

Condé Nast Traveler

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