Entre Cielo y Tierra: “Turismo Interno… empezar de nuevo”

Nuestro turismo interno tuvo gran auge desde los años 70 hasta los 90, durante esos treinta años se desarrolló un importante número de establecimientos de alojamiento tipo hoteles, aparto-hoteles, resorts, urbanizaciones vacacionales y posadas; también en diferentes zonas del país los venezolanos compraron o construyeron viviendas de uso recreacional principalmente en pueblos costeros y de montaña.


En su primer gobierno, Carlos Andrés Pérez dictó un decreto donde se prohibía la construcción de palafitos y otras construcciones dentro de los parques nacionales y áreas protegidas, esto significó la erradicación de miles de estas viviendas vacacionales localizadas principalmente en los parques nacionales Morrocoy, Mochima y La Restinga, así como de aquellas que se encontraban a menos de 80 metros de la orilla de playas, ríos y lagos, que contaminaban el ambiente. Muchas de esas personas afectadas construyeron nuevas viviendas en varios pueblos del eje nortecostero del país, donde se erigieron importantes áreas de turismo cuyo motor y principal ingreso fue la recreación y el turismo interno; así, Chuspa, La Sabana, Carenero, Higuerote, Rio Chico, Tacarigua de la Laguna, Machurucuto, Boca de Uchire, en el oriente del país, y Boca de Aroa, Tucacas, Chichiriviche, San Juan de los Cayos y Adícora, entre otras en el occidente, comenzaron a beneficiarse de los visitantes venezolanos y residentes que se movilizaban los fines de semana, puentes, carnaval, semana santa, vacaciones de julio-septiembre y navideñas.

Esta actividad decayó notoriamente en muchos de esos pueblos, durante las dos últimas décadas, debido a la inseguridad, las invasiones, la pésima calidad de los servicios, y por supuesto por la falta de ingresos suficientes en muchas familias venezolanas que las desmotivó a seguir yendo a tales pueblos.

Por su parte, las comunidades no se organizaron para apoyar y preservar a los visitantes, sus propiedades y los ingresos, que para el pueblo representaba en trabajo, abastecimiento y servicios, y así, poco a poco, se fueron quedando con muchas casas vacías que luego terminaron desvalijadas por delincuentes.

Luego de que la pandemia que nos afecta esté controlada hay que comenzar a recuperar estas actividades de recreación y turismo interno, pero esta vez de una manera organizada. La iniciativa debe corresponder a los Municipios, a las Juntas Comunales y a las Asociaciones de Vecinos, pero es necesario que ellos estén conscientes del valor económico (principal y agregado) que tienen dichas actividades y de la necesidad de brindar protección y apoyo a los visitantes.

El turismo es una actividad básicamente municipal, y en la medida de que las Alcaldías de los municipios con vocación o potencialidad turística cumplan con sus atribuciones legales y coordinen con el sector empresarial, inversionistas foráneos y pobladores las acciones para relanzar su oferta de recursos naturales y artificiales, los visitantes vendrán de nuevo.

Por supuesto, todo lo anterior no será posible, si los servicios públicos, cuya producción y garantía no depende de los municipios sino de empresas controladas por el poder nacional, no funcionan. Así, sin energía eléctrica, agua, gas y teléfonos, habrá pocos interesados en volver a tener una vivienda vacacional alquilada o propia, y los inversionistas no se motivarán a construir nuevos hoteles o complejos vacacionales en multipropiedad y tiempo compartido, o simplemente para alquiler o venta.

La creación y mantenimiento de servicios turísticos locales tales como restaurantes, ventas de comida en la playa, alquiler de toldos y sillas, estacionamiento para visitantes, bares, tiendas de alquiler de tablas de surf, kayac, motos de agua o similares, solo podrán sobrevivir si hay un flujo constante de visitantes hacia el núcleo receptor.

Por último, varios aspectos deben ser garantizados: la sostenibilidad ambiental que incluye el respeto, limpieza y conservación de los recursos naturales que se ofrecen a los visitantes; la calidad de servicio, que empieza con una buena y permanente actitud positiva y amable hacia los visitantes, y por supuesto el empeño en que los servicios a prestar tengan un mínimo de calidad lo cual incluye la higiene, mantenimiento y buena presentación; también la protección del visitante y sus pertenencias. Para esto será muy importante recuperar las actividades de capacitación y motivación para aquellos pobladores que se incorporen como prestadores de servicios.

Como ven, la recuperación de nuestro turismo interno no es fácil, pero si posible.

Willian J. Bracho Rojas
Abogado, MSc. en Gestión del Turismo Sostenible
Especialista en Derecho de la Navegación
willianbracho@estrategaconsulting.net
Instagram: @estratega_consultores_wb

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