Aplausos en los aviones: ¿sí o no?

Marta Sader

El debate está servido

Estás a punto de llegar a tu destino; el avión desciende poco a poco, algunos se santiguan, otros se preocupan con razón -al fin y al cabo, el 48% de todos los accidentes fatales de aviación tienen lugar en esta fase- y, una vez que las ruedas tocan el suelo, estalla el jolgorio a bordo con una vibrante ronda de aplausos.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué esa explosión de felicidad? ¿Es cierto el mito de que somos los españoles los que más aplaudimos en los aviones? Se lo preguntamos a Adrián Ambrosio, responsable del blog Aviador y piloto: “En los aviones no hay un aplausómetro que nos permita medir la cantidad de aplausos, pero me atrevería a decir que hay una serie de variables que propician un aplauso en el aterrizaje”, nos explica.

Así, distingue entre los vuelos con turbulencias o mala meteorología -”pueden ser complicados y se genera una tensión entre los pasajeros que se libera en el momento del aterrizaje”, cuenta-, los que reúnen a grupos de amigos que viajan juntos -”el ambiente es más distendido, la gente disfruta del vuelo y celebra el aterrizaje entre aplausos, bromas y demás”- y los vuelos de “ciertas compañías que, al aterrizar, reproducen unos audios que casi incitan al aplauso”, resume.

El primero es un caso que conoce muy bien Raissa, española de adopción. “Cada vez que voy a Brasil, hay aplausos al llegar. Después del marronazo de cruzar el Atlántico con horas de turbulencia, ¡es lo mínimo que podemos hacer!”, exclama riendo.

Miguel Ángel, que ha vivido durante largos períodos en el extranjero, se pregunta: “Alguna vez he escuchado a gente comentar la precisión y suavidad de los aterrizajes, y mi cabeza ha enlazado el aplauso con un buen aterrizaje, pero no sé qué porcentaje lo hace por eso o simplemente por estar vivos. Si es por haber sobrevivido, deberíamos aplaudir en los pasos de cebra o al terminar de cocinar: nos la jugamos mucho más”. amigas en un avion

Cuando un grupo de amigos viaja, el ambiente es más distendido© Getty Images

Pero devolvámosle el testigo a Ambrosio, que es quien más sabe de esto: “En cualquier caso -continúa- el aplauso es una reacción siempre espontánea de la gente, da igual la procedencia de las personas; va más ligado a una liberación del estrés por la tensión que, en general, tenemos de forma natural al subirnos a un avión y experimentar algo que es nuevo y desconocido”.

No obstante, ¿se trata, realmente, de una reacción espontánea? ¿Qué hay de los ‘instigadores’ de aplausos? “Aplaudir en un avión es algo tan rancio que siempre me ha hecho mucha gracia, ya no solo por el aplauso en sí, sino por lo fácil que es arrancarlo: solo son necesarias tres o cuatro palmadas para que el resto del público se deje llevar y se una a la celebración, aliviados por sobrevivir a un vuelo más”, explica a Traveler.es Fran, un viajero en la treintena.

“Es una celebración que empieza y acaba ahí, en esa intimidad compartida con unos desconocidos. Es por ello que lo intento hacer siempre, para preservarlo para las generaciones venideras y, de paso, echarme unas risas. Total, tampoco hace daño a nadie”, opina.

Eso de que no hace daño a nadie, sin embargo, no está tan claro: “Yo nunca aplaudo en un avión. Me produce vergüenza ajena nivel dolor físico”, explica Naiara, periodista bilbaína. “Sólo me lo he encontrado cuando sales o entras en España (y low cost, nadie aplaude en un avión de Lufthansa). No lo he visto en ningún sitio más. Ridículo a más no poder. Entre mis amigos usamos ‘ese tiene cara de aplaudir en aviones’ cuando alguien tiene pinta de no ser muy espabilado. Además, ¿por qué solo en aviones? Ya puestos, que los gañanes aplaudan en trenes, autobuses, metro, tranvía… cada vez que lleguen a destino. ¿Es que el resto de medios de transporte no son importantes?”, se pregunta. Meritxell, periodista de viajes, es de la misma opinión: “¿Acaso aplaudimos al taxista o al chófer del bus? Otra cosa es que hubiese aterrizado haciendo looping…”

Carmela, que se dedica a la política, considera que quien sufre con todo este tema del aplauso es precisamente quien no lo lleva a cabo: “El problema lo tenemos los que lo pasamos mal con que otros aplaudan. Lo que hay detrás de la vergüenza es una especie de ‘no deberían aplaudir’, lo cual nos convierte en más intolerantes automaticamente. Dicho esto, yo no aplaudo, pero que aplauda quien quiera: no soy el centro del universo”. chica feliz en avion

Aplaudiendo liberamos estrés© Getty Images

¿POR QUÉ SE APLAUDE AL PILOTO Y NO A TODO EL QUE HACE BIEN SU TRABAJO?

Marta, que llegó hace poco de pasar unos meses en Estados Unidos, se cuestiona, como Naiara, por qué se aplaude a los pilotos… y no al resto de profesionales: “Nunca he entendido muy bien lo de los aplausos, la verdad. No es una cosa que me moleste, pero yo no lo hago. ¿Por qué aplaude la gente? ¿Porque sigue viva? ¿O están aplaudiendo porque alguien ha hecho bien su trabajo? ¿Merezco yo un aplauso cada vez que hago bien un café?”, reflexiona. Pam, escritora, añade: “Jamás lo hago. A mí, por hacer mi trabajo, no me aplaude nadie”, mientras que Cristina, actriz, es de la opinión contraria: "Tengo pánico a los aviones, y aunque me da vergüenza aplaudir, cuando la gente lo hace, agradezco estar viva. Me parece estupendo que el piloto se merezca un aplauso: ¡más aplausos en más profesiones en lugar de menos!".

Alejandro, malagueño residente en Alemania, ahonda en el tema de las compañías: “Solo le veo sentido a aplaudir con las low cost. No tanto por la irracional satisfacción de ‘estamos vivos’ como por haber llegado en hora (aunque, si es con retraso, el aplauso es incluso más fuerte) y sin haber sido desviados a ningún otro destino (aunque, si ese fuese el caso, se aplaude el destino-sorpresa)”, explica. “Cuando entendí que el no aplaudir es un acto de arrogancia es cuando dejé de hacerlo. Sin embargo, como en Lufthansa nadie lo hace, ahí sí que aplaudo. El error de protocolo me hace sentir especial”.

APLAUDIR: ¿UN ERROR DE PROTOCOLO?

¿Constituye el acto de aplaudir realmente un error de protocolo? “Más que un tema protocolario, consideramos que se trata de cortesía”, nos informan desde la Escuela de Protocolo de Granada. “Por nuestra parte, consideramos no sólo correcto, sino adecuado el aplauso por parte de los pasajeros a la tripulación y personal de cabina de un avión; aunque es una práctica que ha caído en desuso, muchos pilotos y tripulantes de cabina reconocen que es algo que les agrada”.

¿Por qué solo aplaudimos a los pilotos?© Getty Images

El propio Ambrosio es uno de esos profesionales que reconocen que es agradable escucharlo, pese a que admite que rara vez puede oírlo debido a las infranqueables puertas de cabina -que deben ir siempre cerradas desde el 11-S-, a lo que se suma el ruido de los motores. “En ocasiones, sí llegamos a oír algo, o las azafatas nos lo comentan después de desembarcar el avión. Personalmente, lo he escuchado en unas pocas ocasiones, y a mí no me molesta en absoluto; de hecho, hay veces que me gustaría salir a saludar, pero el tiempo que pasamos en tierra es muy limitado y las tareas nos impiden salir a despedirnos del pasaje en la mayoría de casos. Creo que darle naturalidad a la figura del piloto, a nuestra profesión, en general, es bueno. Por eso es importante la comunicación con los pasajeros, que oigan nuestra voz, que sepan lo que hacemos, etc”, reflexiona el piloto.

Eso, dar las gracias por su labor a quienes manejan el avión, es precisamente lo que le gustaría hacer a Omar, dibujante: “Yo soy más de agradecer personalmente el viaje. Lo hago incluso en el autobús. Pero claro, en un avión es difícil decírselo al piloto”, opina. No obstante, si tenemos la oportunidad, merece la pena hacerlo: “En mi opinión, más allá del aplauso, dar las gracias a la tripulación de cabina al salir o decirles algún comentario de agradecimiento también es muy positivo: nos anima y nos alegra el día”, concluye el aviador.

Fuente: Condé Nast Traveler

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