Qué hacer cuando descubrimos que la vocación no es para siempre

La counselor Claudia Quiroga Daldi brinda consejos para quienes están buscando un cambio de rumbo y temen que sea demasiado tarde …

Por Claudia Quiroga Daldi, Asociación Argentina de Counselors

Fin de año es época de balances. ¿Alcancé lo que me propuse? ¿Cuántos logros pude conseguir y cuántos quedaron en el camino?

Al mismo tiempo, los proyectos aún no alcanzados se proyectan para el ciclo siguiente y empezamos a pensar qué vamos a hacer el próximo año.

En esta época, cuando las universidades e institutos de toda índole publicitan sus ofertas educativas, empezamos al mismo tiempo a medir nuestro nivel de satisfacción o frustración con respecto a lo que hacemos y lo que desearíamos hacer.

Es frecuente escuchar frases como “si volviera el tiempo atrás hubiera estudiado…”, “siempre quise dedicarme a…”, “ya dejé pasar el tren para hacer lo que me gustaba”, y un sinfín de variantes más del mismo tenor.

Salvo limitaciones reales, como por ejemplo, querer bailar en el Colón empezando a estudiar a mediana edad, son muy pocas las carreras o actividades para las cuales la edad es un impedimento, por el contrario, en muchas oportunidades la experiencia y el camino recorrido enriquecen el proceso de formación.

Y esto es válido tanto para quienes tienen una asignatura pendiente, como para esas personas que descubren que aquello que estudiaron y a lo que se dedicaron gran parte de su vida, ya no los hace felices como antes.

A temprana edad en mayor o menor medida se brinda orientación vocacional en los colegios, pero ¿es frecuente buscar reorientación vocacional a edades más avanzadas?

Es probable que el solo hecho de atreverse a pensar en la posibilidad ya abra numerosos caminos alternativos para las personas que están transitando hasta el momento. Por eso, los reflexionar sobre determinadas cuestiones puede ayudar:

– A lo largo de la vida afortunadamente se producen cambios y con ellos los gustos e intereses se van modificando, por lo tanto, pueden surgir nuevas alternativas.

– Diversos factores que en su momento obstaculizaron la concreción de objetivos quizás ya desaparecieron.

– La oferta académica se fue diversificando y ampliando sustancialmente, lo que ayer no era accesible o más aún, ni siquiera existía, hoy puede estar al alcance de quien lo desee.

– La experiencia da cuenta de lo insatisfactorio que resulta renunciar a los anhelos. ¡Por eso es tan importante animarse a dar el paso!

Nunca es tarde puede ser una frase hecha, pero aplica perfectamente en este caso. Preguntarse ¿por qué no? Al pensarse iniciando una carrera, un curso, una nueva actividad es un buen comienzo.

Dejar de lado temores o dudas ya que, se puede cambiar de idea, se puede volver a elegir las veces que sea necesario, porque aún las marchas y contramarchas o las equivocaciones dejan un aprendizaje.

Intentarlo, aun tardíamente, trae más satisfacciones que desestimarlo, porque el movimiento activa y permite sorpresas que en la rigidez no aparecerían.

Fuente: iProfesional

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